Sin duda 2020 y 2021 han sido años sin precedentes debido a un hecho inesperado que descolocó por completo la vida de millones de personas: la rápida propagación del coronavirus SARS-CoV-2 por todos los continentes ocasionó la primera gran pandemia del siglo XXI, la cual tuvo un gran impactó social, económico y emocional de manera global en todo el mundo. La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), aparte de ocasionar muchos síntomas orgánicos graves como la neumonía bilateral con distrés respiratorio agudo, ha sido también la responsable de muchos síntomas neurológicos y cambios importantes en el sueño. A lo largo de estos intensos dos años, el estrés originado por la incertidumbre constante, el aislamiento social y, en definitiva, los cambios en la rutina diaria, se han acompañado de diversas alteraciones del sueño conocidas como “coronasomnia».
La Pandemia por Enfermedad de COVID-19 ha afectado a toda la población de manera global, con un impacto claramente negativo en la mayoría de los casos. Además, sabemos que hoy en día, la combinación Pandemia por Enfermedad de COVID-19 y asma es un problema vital al que nos enfrentamos tanto los profesionales de la salud como los pacientes y familiares de pacientes con asma alérgica. No obstante, el impacto que la Pandemia por Enfermedad de COVID-19 ha ocasionado en el descanso de los pacientes pediátricos y adolescentes con asma de nuestra área geográfica aún no ha sido estudiado. De aquí que hayamos estimado interesante presentar los datos del estudio realizado en la Unidad de Alergia Pediátrica del Hospital Universitario Vall d’Hebron, cuyo objetivo fue investigar cómo la Pandemia por Enfermedad de COVID-19 influyó en el sueño de pacientes pediátricos y adolescentes con asma alérgica residentes en el área mediterránea. Para lograr este objetivo se realizó un estudio piloto prospectivo que incluyó a pacientes pediátricos y adolescentes con asma alérgica persistente de entre 6 y 18 años.
Todos los participantes del estudio respondieron el Cuestionario BEARS y la Escala de Bruni. El cuestionario de BEARS1-4 es un cuestionario útil para el cribaje de trastornos del sueño en la infancia. Está dividido en cinco áreas principales del sueño, facilitando el cribado de los trastornos del sueño, en población pediátrica y adolescentes de entre 2 y 18 años. Cada área tiene una pregunta para cada grupo de edad. Una respuesta positiva en cualquiera de los aspectos obliga a una investigación más profunda. Las cinco áreas de estudio se detallan a continuación:
B= Problemas para acostarse (“bedtime problems”)
E= Excesiva somnolencia diurna (“excessive daytme sleepiness”)
A= Despertares durante la noche (“awakenings during the night”)
R= Regularidad y duración del sueño (“regularity and duration of sleep”)
S= Ronquidos (“snoring”)
Respecto a la Escala de Bruni5,6 de trastornos del sueño para población pediátrica y adolescente, decir que consta de 26 ítems valorados según una escala tipo Likert. Está diseñada para detectar trastornos del sueño divididos en seis categorías: problemas para iniciar o mantener el sueño, problemas respiratorios, desórdenes del despertar, alteraciones de la transición sueño-vigilia, excesiva somnolencia diurna e hiperhidrosis nocturna. En total, el paciente responde a 26 preguntas y proporciona una respuesta que puntúa del 0 al 4 según la clínica presente. El punto de corte a partir del cual se considera que el paciente puede presentar algún trastorno global del sueño es de 39. A continuación se define cada puntuación:
0=Nunca
1=Ocasionalmente (una o dos veces al mes o menos)
2=Algunas veces (una o dos a la semana)
3=A menudo (de tres a cinco veces a la semana)
4=Siempre (diariamente)
En total se incluyeron 77 pacientes con una edad media de 12 años. La mayoría eran pacientes del sexo femenino (62%, n=48) y veintisiete (35%) habían sido diagnosticados de Enfermedad de COVID-19. Con respecto al Cuestionario de BEARS, el 70% (n=54) de los pacientes tuvo como mínimo una respuesta positiva. Además, casi la mitad de los pacientes tenían problemas a la hora de acostarse [42% (n=32)], seguido de somnolencia diurna excesiva [34% (n=26)]. En cuanto a la Escala de Bruni, 52 de los 77 pacientes incluidos (67%) presentaban una puntuación superior a 39 puntos, hecho que indicaba trastornos del sueño entre la población de estudio. Los trastornos más prevalentes encontrados tras la evaluación utilizando la Escala de Bruni fueron los trastornos respiratorios del sueño [26 de los 77 pacientes estudiados (34%)], seguido de los trastornos de inicio y mantenimiento del sueño (30%, n = 23) y de la somnolencia diurna excesiva (24%, n=18). No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los pacientes COVID-19 positivos y negativos ni en el cuestionario de BEARS ni en la escala de Bruni.
En conclusión, en este trabajo se encuentra una elevada prevalencia de trastornos del sueño en pacientes asmáticos pediátricos y adolescentes durante la pandemia debida a la Enfermedad de COVID-19. El trastorno más prevalente en esta población de estudio, evaluado mediante la Escala de Bruni, fue el trastorno respiratorio del sueño. Por tanto, es importante proporcionar a los pacientes un control óptimo de las enfermedades respiratorias para mejorar la calidad de su sueño.
La importancia del presente estudio radica en que es el primero que proporciona datos sobre la posible afectación del sueño debida al impacto de la pandemia por COVID-19 en población pediátrica y adolescente con asma alérgica en el área mediterránea. Debido a este hecho, es difícil poder comparar nuestros datos con los realizados por otros autores ya que, si bien sí que hay varios trabajos que evalúan los posibles trastornos del sueño asociados a la pandemia por COVID-19 en población de esta edad, la mayoría de ellos incluyen población sana o con trastornos neuroconductuales del sueño previos, pero sin especificar la posible concomitancia con otras patologías respiratorias asociadas, como el asma alérgica. No obstante, sí que es interesante comentar algunos trabajos que evalúan los posibles trastornos del sueño en población pediátrica y adolescentes, aunque sean poblaciones sin asma.
Ya antes de la pandemia debida a la Enfermedad de COVID-19, habían sido varios los estudios publicados que alertaban que el sueño insuficiente, la mala calidad del sueño, el insomnio, la apnea del sueño y las alteraciones de los horarios de sueño-vigilia eran manifestaciones típicas de morbilidad física y emocional en las pandemias. De este modo, no es de extrañar que los primeros estudios sobre trastornos del sueño asociados a la pandemia por Enfermedad de COVID-19 se publicaran en China, epicentro de esta enfermedad. En los inicios de la pandemia Huang y Zhao7 recopilaron información de una encuesta de 7236 voluntarios e informaron que el 18% de los individuos encuestados presentaban una mala calidad del sueño. Posteriormente, los trastornos del sueño en pacientes con COVID-19 también pasaron a estudiarse en otros países, encontrando una prevalencia mayor de trastornos del sueño que antes de la pandemia en la población general en la mayoría de los estudios. En Italia, en una encuesta realizada a 2291 italianos, el 57,1% de los individuos informó de una mala calidad del sueño relacionada con la ansiedad que les ocasionaba la Enfermedad por COVID-19. Los síntomas más prevalentes fueron pesadillas, astenia y apneas del sueño. Parece que la somnolencia y el trastorno del sueño en la fase REM podrían estar más relacionados con la Enfermedad de COVID-19 en sí misma, mientras que el insomnio estaría más relacionado con el aislamiento social, la ansiedad y otros factores psicosociales.
Uno de los trabajos más relevantes publicados hasta ahora en población pediátrica y adolescente es el de Sharma M. y sus colaboradores8, cuyo objetivo fue realizar una revisión sistemática y un metanálisis para estudiar la prevalencia y el patrón de trastornos del sueño en población pediátrica y adolescente durante la pandemia por COVID-19. Para ello, los autores realizaron una exhaustiva búsqueda bibliográfica en MEDLINE, EMBASE y Web of Science en busca de estudios originales que describieran anomalías del sueño en pacientes de esta edad, con o sin trastornos neuroconductuales preexistentes, durante la pandemia por COVID-19. Los autores analizaron un total de 371 artículos pero finalmente, únicamente incluyeron 16 estudios. De estos, cinco se realizaron en niños/niñas de edad preescolar, dos en pacientes con trastornos neuroconductuales preexistentes y el resto (nueve) en población pediátrica y adolescentes sanos en edad escolar. En esta revisión los autores hallan que la prevalencia combinada de cualquier alteración del sueño en los niños durante la pandemia fue del 54% (IC del 95%: 50-57%). Estos datos, aún siendo elevados, ya que indican que más de la mitad de la población de estudio presentaba algún tipo de trastorno del sueño, serían inferiores a los encontrados en nuestra serie en la que el 70% (n=54) de los pacientes presentaba al menos un ítem positivo en evaluar el Cuestionario BEARS y el 67% (n=52) de los pacientes presentaban puntuaciones superiores a 39 puntos en la Escala de Bruni. Curiosamente, en esta revisión de Sharma, la prevalencia de estos trastornos en los niños de edad preescolar, cuyo grupo no fue evaluado en nuestra población de estudio, fue menor que en los tiempos prepandémicos (RR = 0,87; IC del 95%: 0,58-1,30), aunque estos resultados no fueron estadísticamente significativos. Este dato concuerda con el trabajo publicado por Liu Z. y su equipo9, donde los niños en edad preescolar se comportaron de manera diferente en el contexto del sueño durante la pandemia en comparación con los niños escolares y los adolescentes. Liu Z. y su equipo encuentran que, de manera totalmente inesperada, los niños en edad preescolar confinados parecían tener menos trastornos generales del sueño en comparación con la muestra del 2018 (prepandemia).
En otra revisión reciente publicada por Panda PK. y su equipo10, encontraron que el 34,5% de los pacientes pediátricos y adolescentes estudiados sufrían ansiedad, el 41,7% depresión, el 42,3% irritabilidad y el 30,8% falta de atención debido a la pandemia por la Enfermedad de COVID-19. Además, el 79,4% de los pacientes se vio afectado negativamente por la pandemia y el confinamiento. El 22,5% de la población estudiada tenía un miedo significativo a la Enfermedad de COVID-19, el 35,2% de los pacientes pediátricos y adolescentes tenían aburrimiento y el 21,3% trastornos del sueño. Además, el 52,3% de los cuidadores/padres/madres/representantes legales desarrollaron ansiedad y el 27,4% depresión mientras estaban aislados con sus hijos/hijas. En esta revisión vemos que la prevalencia de trastornos del sueño también fue algo menor que la encontrada en nuestra población de estudio pero, en cualquier caso fue significativa.
Otro dato interesante que cabe considerar es que antes de la pandemia, diferentes estudios publicaban una prevalencia de trastornos del sueño en población pediátrica y adolescente diferente a la actual. De este modo, los datos publicados según grupos de edad oscilaban entre un rango del 25% al 50% en pacientes preescolares, del 6% al 37% en escolares y de entorno el 40% en adolescentes11-14. No obstante, esta prevalencia durante la pandemia se ha visto claramente incrementada15-19 y los datos publicados hasta el momento concuerdan, en la mayoría de los trabajos, con los encontrados en nuestra población de estudio, aunque no sean del todo comparables con nuestra serie ya que la mayoría de trabajos no especifican la inclusión de pacientes con asma.
Sea como sea, lo cierto es que la pandemia por COVID-19 ha dejado las economías devastadas y la gente asustada por sí misma y por sus seres queridos. Con esta situación sin precedentes, es injustificable no dar la debida importancia al sueño, ya que un sueño saludable es sin duda el mejor rejuvenecimiento, y no en vano está asociado a numerosos beneficios, como el bienestar físico y el correcto funcionamiento de nuestro sistema inmunológico. Además, es el principal determinante de la salud mental y emocional, ya que es conocido que un sueño correcto alivia la ansiedad, el estrés y la depresión y puede tener consecuencias diversas en el desarrollo20. Por contra, los trastornos del sueño inducen neuroinflamación, que promueve la alteración de la barrera hematoencefálica y la entrada de antígenos y factores inflamatorios en el cerebro21-26. De este modo, los trastornos del sueño relacionados con la Enfermedad de COVID-19 podrían contribuir a la apertura de la barrera hematoncefálica, actuando así como una puerta para la entrada del virus SARS-CoV-2 en el cerebro y producirse entonces una mayor inflamación en el sistema nervioso central. La deprivación/restricción del sueño, su fragmentación o la apnea del sueño inducen una inflamación sistémica de bajo grado caracterizada por la liberación de varias moléculas, como las citocinas como la interleucina 6, quimiocinas y proteínas de fase aguda, y todos ellos pueden promover cambios en componentes celulares de la barrera hematoncefálica, particularmente en las células endoteliales del cerebro27-30.
En definitiva, se deberían realizar estudios futuros que incluyan el análisis de los patrones del sueño mediante la realización de electroencefalogramas, la evaluación de marcadores de inflamación así como de la función inmunitaria, en relación con los parámetros del sueño. Estos procedimientos podrían ser revolucionarios para un mejor conocimiento de la “coronasomnia”, es decir, para el control de los trastornos del sueño asociados a la pandemia debida a la Enfermedad de COVID-199
Se puede consultar el documento completo en el siguiente enlace: Aquí : Trabajo_Final_Máster_Teresa_Garriga_Baraut.pdf
Teresa Garriga Baraut. Facultativa Especialista Adjunta, Unidad de Alergia Pediátrica. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Referencias Bibliográficas:
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Se presenta el tratado de Alergología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Es la obra de referencia en lengua española, en la que han participado más de 300 autores con el objetivo de actualizar y revisar todos los aspectos de la especialidad.
La Federación de Asociaciones Científico Médicas de España (FACME), que agrupa a 46 sociedades científicas, ha publicado la propuesta común de modelo de recertificación único aprobada por consenso. Este documento, que detalla la estructura básica del modelo a seguir para recertificar a los especialistas, ha sido fruto de la revisión de los modelos de desarrollo profesional continuo (DPC) y de recertificación previamente existentes en varias SSCC y ha tomado también como referencia para posible convalidación los modelos europeos y canadiense.
Nota de prensa: modelo de recertificación FACME (2039 descargas )
Modelo de recertificación FACME (1771 descargas )
Ya está disponible para su descarga la edición 5.2 de la Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA). Las principales novedades de esta actualización atañen a los capítulos de tratamiento de mantenimiento del asma grave, rinitis y rinosinusitis asociadas al asma, asma grave no controlada y circunstancias especiales.
Más información en www.gemasma.com
La Fundación de la SEAIC envía los boletines de solicitud de becas de asistencia al Simposio de Murcia de la Fundación de la SEAIC (inscripción+alojamiento+transporte), con el patrocinio de GSK, para Seniors y para Juniors. Las becas Junior llevan unida la asistencia a la II Escuela de Asma, que se celebrará el Jueves 26 de Octubre, previo al inicio del Simposio.
El XXVII Congreso Nacional de la SEAIC dispone de un área de participación en Facebook. Acceda a la página desde aquí o desde el enlace de la página de inicio.
Os presentamos el proyecto TRIPLE ASMA, patrocinado por Chiesi y avalado por SEAIC.
Las reacciones por alergia al sol pueden desarrollarse en cualquier persona, ya que no son hereditarias y tampoco son más frecuentes en individuos con predisposición a sufrir otras afecciones alérgicas. Si se observa algún tipo de reacción tras la exposición solar valorándose que puede tener causa alérgica es muy importante acudir al alergólogo para su estudio.
Para contactar con la secretaría de SEAIC, si desea informarse sobre las actividades de la SEAIC, proporcionar información de interés o enviarnos propuestas de colaboración, dispone de los siguientes datos de contacto:
Contacto con la Secretaría Técnica de la SEAIC:
IMPORTANTE: no se atienden consultas médicas:
Lamentamos informar que no ofrecemos servicios de consulta médica ni asesoramiento personalizado a pacientes. Recomendamos a todos los pacientes que consulten a su alergólogo de confianza para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuado. Puede consultar el directorio de centros, el directorio de AAPP y usar la herramienta encuentra tu alergólogo en esta web.
Para contactar con la oficina de prensa sobre cualquier asunto relacionado con comunicación, por favor diríjase por correo electrónico a ALABRA COMUNICACIÓN
Email: seaic-comunicacion@alabra.es
Apreciados socios:
Adjunto reenviamos y publicamos el correo recibido de la Comisión Nacional para la Prevención del Tabaquismo, de la que nuestra Sociedad es miembro y está representada por el Dr. Abengózar.
Un cordial saludo
Dr. Pedro Ojeda
Secretario de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica
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Estimado Presidente y amigo:
Unas breves líneas para felicitarte este nuevo año y agradecerte nuevamente tu participación y la de tu Sociedad en nuestro Comité.
Como habrás podido ver en los medios de comunicación, nuestra presencia en los últimos días de 2011 y los primeros de 2012 ha sido bastante importante. Las fechas de principio de año suelen coincidir con un aumento en la población fumadora de los intentos de dejarlo y además, en esta ocasión, nos ha tocado hacer balance del año que llevamos ya con la nueva ley del tabaco. La verdad es que no podía haber sido más positivo y así lo reflejamos en la nota de prensa que aprovecho para adjuntarte.
Por otro lado hemos recibido la noticia grata, aunque lógica y esperada, de que el nuevo Gobierno no piensa retroceder en ningún punto de dicha ley, a pesar de algunas noticias que apuntaban en otro sentido.
Aunque estamos en una buena situación, creemos que todavía nos quedan aspectos que mejorar, como la fiscalidad y los precios, la información clara a la población de los riesgos del tabaco, la atención y tratamiento de los fumadores y la participación activa de nuestro país en la reforma de la directiva de productos del tabaco que se está llevando a cabo en la Unión Europea.
Esperamos seguir contando con tu apoyo y colaboración en este nuevo año, pues la fuerza que tenemos os la debemos a todos nuestros miembros.
Recibe un fuerte abrazo
Francisco Rodríguez Lozano
Presidente
Ante la reciente noticia sobre la constitución de un «Comité de Alergias» en las Islas Baleares sin contar con un sólo alergólogo, la SEAIC responde exigiendo que se solucione la ausencia de alergólogos en la Comunidad Balear, respuesta que ha tenido una importante difusión en los medios de comunicación.
¿Qué es la quimioterapia?
La quimioterapia es un tipo de tratamiento farmacológico contra el cáncer y funciona destruyendo las células cancerosas o frenando su proliferación. Se trata de un tratamiento sistémico, ya que, una vez administrada, circula a través del torrente sanguíneo pudiendo alcanzar casi cualquier parte del cuerpo. Existen más de 100 quimioterápicos diferentes, como las antraciclinas (doxorubicina, epirubicina), las sales de platino (oxaliplatino, carboplatino, cisplatino) o los taxanos (paclitaxel, docetaxel), entre otras. En función del tipo de cáncer, del grado de extensión y del estado de salud general en el que se encuentre, su oncólogo prescribirá una quimioterapia u otra, sola o en combinación con otros tratamientos.
¿Por qué la quimioterapia causa efectos secundarios?
La quimioterapia no solamente ataca a células cancerosas, sino que también actúa sobre células de tejidos sanos, especialmente aquellos que estén continuamente produciendo células nuevas, por ejemplo, la médula ósea, las mucosas del tracto digestivo o respiratorio, la piel, el cabello, o las uñas. Esto puede conllevar a la aparición de efectos secundarios, como la disminución del nivel de glóbulos rojos y blancos o de las plaquetas en la sangre, vómitos, diarreas, erupciones en la piel, pérdida del cabello, cansancio, mareo, o debilidad. Cada quimioterapia tiene un perfil de efectos secundarios propio, y la mayoría de estos estarán relacionados con su mecanismo de acción y la dosis prescrita. La mayoría de estos efectos secundarios aparecen durante los días posteriores a la administración del ciclo, son temporales y mejoran con el reajuste de la dosis o añadiendo medicación para aliviar los síntomas.
¿Qué es la alergia a la quimioterapia?
La alergia a la quimioterapia es una reacción adversa poco frecuente y está causada por una respuesta inusual del sistema inmunitario frente al fármaco. La mayoría de las reacciones alérgicas a la quimioterapia aparecen inmediatamente o durante la administración al fármaco, y normalmente, aunque no siempre, se acompañan de síntomas en la piel como picor, enrojecimiento o erupciones. En ocasiones, pueden producirse reacciones alérgicas graves, como la anafilaxia, esto es, una reacción de inicio brusco y con síntomas generalizados como la dificultad respiratoria o la hipotensión, pudiendo evolucionar rápidamente a cuadros más graves.
¿Todas las reacciones adversas a la quimioterapia son por alergia?
No, como cualquier medicamento, la quimioterapia puede producir reacciones adversas con síntomas similares a los de una alergia, pero no todas se producen por una respuesta del sistema inmunitario y se deben a otro motivo, por ejemplo, un efecto secundario al propio mecanismo del fármaco.
¿Qué ocurre si tengo alergia a la quimioterapia?
La re-exposición a la quimioterapia en un paciente que se ha vuelto alérgico puede ser potencialmente grave. Por este motivo es importante que los pacientes que han presentado una reacción a su quimioterapia sean estudiados por un especialista en alergología antes de continuar con el tratamiento, para poder confirmar o descartar el origen alérgico de la reacción. En caso de que se confirme la alergia, la desensibilización es un procedimiento que permite que un paciente alérgico a la quimioterapia continúe recibiéndola de forma segura a pesar de su alergia. Este procedimiento no está exento de riesgos y debe realizarse siempre en manos de personal experto, con recursos apropiados y en un entorno preparado.
En resumen, la quimioterapia puede desencadenar distintos efectos secundarios, siendo la alergia a la quimioterapia una reacción poco común pero potencialmente grave. Sin embargo, no todas las reacciones adversas a la quimioterapia son causadas por alergia, ya que pueden deberse a otros factores, como los efectos secundarios propios del fármaco. La identificación precoz de las reacciones alérgicas y el diagnóstico preciso son esenciales para poder elegir la mejor estrategia de tratamiento y garantizar la seguridad de los pacientes.
Paula Vázquez Revuelta
Facultativa Especialista – Servei d’Al·lergologia | Hospital Universitari Bellvitge
Los hongos son seres vivos ampliamente distribuidos en la naturaleza. Las esporas que desprenden numerosas especies para su reproducción se encuentran en la atmósfera alcanzando niveles que varían según las condiciones ambientales. Estas esporas suelen ser los agentes responsables de las reacciones que sufren los enfermos alérgicos a hongos.

En general, los hongos requieren una humedad ambiental elevada para su crecimiento y proliferación, por lo que los niveles de esporas se multiplican en lugares húmedos como pueden ser las zonas pantanosas o ribereñas.
En los recintos cerrados suelen concentrarse en áreas donde más se acumula la humedad (sótanos, trasteros, bodegas, etc.). Las piscinas cubiertas son una importante fuente de exposición a esporas de hongos.
Cómo evitarlos
En el domicilio del paciente es recomendable mantener una humedad relativa por debajo del 60%, evitando el uso de humidificadores ambientales. Si tiene aire acondicionado, límpielo con frecuencia y cambie regularmente los filtros de agua.
Es aconsejable evitar la estancia prolongada en ambientes húmedos y lugares que hayan estado cerrados durante largo tiempo, así como el exceso de plantas de interior o vegetación densa en terrazas y ventanas, montoneras de leña y hojas secas.
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Conceptos básicos:
Alergia, atopia e hipersensibilidad
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El término alergia fue acuñado en 1906 por el Dr. Clemens Von Pirquet para definir un tipo especial de respuesta inmunológica o defensiva frente a sustancias que normalmente no inducen reacciones en la mayoría de las personas. El origen de una reacción alérgica no está por tanto en el agente que la produce, sino en el propio individuo.
Por ello se considera que la condición de ser alérgico tiene un importante componente constitucional, es decir, depende de una predisposición individual que frecuentemente es hereditaria. Para definir esta predisposición se emplea el término atopia (que literalmente significa “fuera de lugar”), propuesto por el Dr. Arthur Fernández-Coca en 1922. La atopia se define como un estado de hipersensibilidad en personas con enfermedades tales como asma, rinitis, conjuntivitis y algunas dermatitis, motivo por el cual los términos alergia y atopia se utilizan indistintamente para designar globalmente estas enfermedades.

Los conceptos de alergia y atopia están muy ligados al de hipersensibilidad, hasta el punto de que en ocasiones se consideran sinónimos. De hecho, al hablar de hipersensibilidad nos referimos a al mecanismo de respuesta inmunológica que conduce a la reacción alérgica, por lo que ambos conceptos están muy relacionados, aunque no son lo mismo.
Este mecanismo de hipersensibilidad no es único, ya que dentro de la complejidad de nuestro sistema inmunológico existen diversas formas de respuesta con distintas manifestaciones. En todos los casos debemos saber que cualquier respuesta alérgica implica un proceso inflamatorio en el que participan distintos tipos de células y una enorme diversidad de sustancias producidas por estas células.
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Hipersensibilidad inmediata:
Alergia mediada por IgE
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Para comprender los mecanismos por los que se desarrolla una respuesta alérgica, describimos brevemente una de las formas más frecuentes de hipersensibilidad: la respuesta mediada por IgE o hipersensibilidad inmediata.
La inmunoglobulina E (IgE) es un tipo de anticuerpo presente en todas las personas. Al igual que otras inmunoglobulinas, interviene en la respuesta inmune específica al reconocer un agente extraño potencialmente peligroso sobre el que actúan nuestras defensas. Este agente se denomina antígeno.
En las personas atópicas, la IgE reacciona contra un agente generalmente inofensivo que al unirse a la IgE induce una serie de mecanismos que desencadenan la liberación de mediadores inflamatorios que producen la reacción alérgica. Este agente, que funciona como un antígeno, se denomina alérgeno.
Pero esta reacción no sucede repentinamente sin una fase previa denominada sensibilización. Como en toda respuesta inmune específica, los anticuerpos tienen que producirse tras una o varias exposiciones previas al alérgeno, durante las cuales se tolera su contacto. En esta fase se generan anticuerpos IgE que reconocen al alérgeno, de forma que en posteriores contactos se desencadena la reacción.

La reacción alérgica se produce por la liberación de sustancias procedentes de células inflamatorias. En el caso de las reacciones mediadas por IgE, la célula implicada se denomina mastocito. Esta célula se descarga bruscamente al ser activada por la IgE, con la consecuente liberación de los mediadores responsables de todas las manifestaciones de la reacción.
Última edición: 01/07/2019
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El látex es la materia prima de la que se obtiene el caucho o la goma natural. Numerosos productos de uso habitual y del entorno sanitario están fabricados con látex, por lo que los alérgicos al látex deben conocer las posibles fuentes de exposición y mantener unas estrictas medidas de evitación, advirtiendo al personal sanitario antes de cualquier intervención
Originariamente, el látex es un fluido lechoso que se recoge a partir del sangrado de la corteza del árbol del caucho (Hevea brasiliensis). Para lograr su coagulación y facilitar su almacenamiento, el látex se mezcla con ácido acético. Para proporcionar resistencia y elasticidad se realiza un proceso de vulcanización, que consiste en el calentamiento en presencia de azufre. En el proceso de elaboración del producto final se añaden diversos aditivos: aceleradores de la vulcanización, antioxidantes, pigmentos, materiales de relleno y plastificantes.
Las reacciones alérgicas al látex ocurren por sensibilización previa a las proteínas que contiene. Se manifiestan con síntomas inmediatos, habitualmente por contacto directo con productos de uso común como los guantes, en forma de urticaria y angioedema. Las partículas que se respiran pueden causar conjuntivitis, rinitis y asma. En casos de exposición intensa al látex pueden ocurrir reacciones graves como la anafilaxia.
Es importante diferenciar estas reacciones inmediatas de otros cuadros que ocurren por sensibilización a los aditivos del caucho, generalmente aceleradores de la vulcanización (grupos “tiuram”, “mercapto”, “carbamatos”). Se manifiestan por eccema o dermatitis (picor y erupción exclusivamente en la zona de contacto). Estas reacciones, relativamente frecuentes y de mecanismo retardado, no conllevan riesgo de reacción inmediata. Por ello no contraindican un contacto esporádico con productos de látex.
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La dermatitis atópica (DA) es la enfermedad inflamatoria cutánea más frecuente en la infancia y representa un verdadero desafío clínico por su curso crónico-recidivante y el importante impacto que genera en la calidad de vida de los niños y sus familias. En los últimos cinco años, las opciones terapéuticas se han ampliado de manera notable gracias al desarrollo de nuevos fármacos biológicos e inhibidores de JAK. La guía EuroGuiDerm 2025 (segunda actualización de la guía europea) incorpora en su última versión las novedades más relevantes para el manejo de la DA en población pediátrica.
La principal novedad del documento europeo radica en las terapias sistémicas avanzadas para la DA grave. En este escenario, cuando la enfermedad no se controla con un tratamiento tópico optimizado, la EuroGuiDerm 2025 recomienda como primera opción los biológicos. Actualmente existen tres aprobados en población pediátrica: dupilumab, autorizado desde los 6 meses de edad; y lebrikizumab y tralokinumab, indicados a partir de los 12 años. Dupilumab sigue siendo el fármaco de referencia por su amplio rango de edad y su perfil de seguridad favorable. Los anti-IL-13 selectivos ofrecen una eficacia comparable y, en el caso de lebrikizumab, la ventaja de una administración mensual en fase de mantenimiento, lo que mejora la adherencia.
Junto a ellos, los inhibidores orales de JAK se consolidan como una alternativa eficaz. La guía incluye baricitinib, aprobado desde los 2 años, así como abrocitinib y upadacitinib, autorizados a partir de los 12 años. Estos fármacos destacan por su inicio de acción rápido y su alta eficacia en la reducción del prurito y las lesiones. Sin embargo, requieren un seguimiento analítico estrecho debido a potenciales efectos adversos (hematológicos, metabólicos, cardiovasculares e infecciosos), por lo que se reservan a pacientes seleccionados, especialmente cuando no hay acceso o respuesta a biológicos.
Cuando los biológicos y los inhibidores de JAK no están disponibles, la ciclosporina A se mantiene como una opción válida en ciclos cortos bajo supervisión especializada, siendo el único inmunosupresor aprobado en pediatría. Otros inmunosupresores, como metotrexato, azatioprina o micofenolato mofetilo, se utilizan de forma off-label, aunque con evidencia limitada.
A pesar de estos avances, los pilares básicos del tratamiento permanecen inalterables. La restauración de la barrera cutánea mediante el uso sistemático de emolientes continúa siendo el fundamento de toda estrategia terapéutica. Se recomienda su aplicación al menos dos veces al día en toda la superficie corporal, incluso en áreas sin lesiones visibles. La llamada “regla del minuto”, que consiste en aplicar el emoliente en el primer minuto tras el baño, mejora la hidratación y previene la pérdida transepidérmica de agua. Los baños, lejos de estar contraindicados, forman parte del tratamiento si se realizan de forma breve, con agua tibia y limpiadores syndet, seguidos de un secado suave sin fricción.
De forma paralela, el control de factores ambientales —evitar fibras irritantes, reducir la exposición a alérgenos en pacientes sensibilizados, mantener una humedad ambiental estable y limitar irritantes como detergentes o humo de tabaco— contribuye a disminuir los brotes y la severidad. Los programas educativos para pacientes y familias son también un componente esencial, ya que mejoran la adherencia, el manejo diario de la enfermedad y el bienestar psicológico de los afectados.
En el abordaje de los brotes agudos, la primera línea continua siendo el tratamiento tópico. Los corticoides tópicos se recomiendan de manera individualizada según la edad, la localización y la intensidad de las lesiones, en pautas de 1–2 aplicaciones diarias durante un máximo de dos semanas. En zonas sensibles o en casos que requieren mantenimiento prolongado, los inhibidores de la calcineurina (tacrolimus 0,03% y pimecrolimus) son una alternativa no esteroidea clave, indicados desde los 2 años y, en algunos países, desde los 3 meses en el caso de pimecrolimus. Su uso intermitente, dos veces por semana en fases de mantenimiento (“estrategia proactiva”), reduce de forma significativa las recaídas. La guía también contempla el empleo de vendajes húmedos con corticoides de baja o media potencia en brotes extensos y refractarios, así como la fototerapia en adolescentes cuando el tratamiento tópico resulta insuficiente, aunque con un grado de recomendación menor. El uso de corticoides orales no se aconseja de manera rutinaria y debe reservarse únicamente como terapia puente en brotes graves, en ciclos cortos y siempre con monitorización estrecha.
Finalmente, las estrategias de modulación del microbioma se han consolidado como un campo clave en la investigación de la dermatitis atópica. Los probióticos —sobre todo combinaciones de Lactobacillus y Bifidobacterium— han mostrado cierto beneficio en formas moderadas-graves, mientras que los prebióticos (como FOS y GOS) favorecen el crecimiento de bacterias protectoras y refuerzan la barrera cutánea. Su combinación en simbióticos parece especialmente útil en niños a partir del primer año de vida. Además, se están desarrollando terapias innovadoras como los probióticos tópicos con cepas como Roseomonas mucosa o Staphylococcus hominis, capaces de reducir la inflamación y limitar la colonización por S. aureus. Aunque aún faltan estudios que definan qué cepas, dosis y duración son más eficaces, todo apunta a que el microbioma jugará un papel decisivo en el futuro de la dermatitis atópica pediátrica.
En conclusión, la EuroGuiDerm 2025 refleja el cambio de paradigma en la dermatitis atópica pediátrica. Los biológicos y los inhibidores de JAK se consolidan como pilares en los casos graves, sin perder de vista que la base del tratamiento sigue siendo la restauración de la barrera cutánea, el control ambiental y la educación familiar. El f uturo apunta hacia una medicina cada vez más personalizada, en la que la elección del tratamiento dependerá del fenotipo y endotipo clínico, la edad y las comorbilidades de cada paciente con el objetivo último de mejorar la calidad de vida de los niños y los adolescentes afectados.
Autora: Dra. Ana Láinez Nuez. Servicio de alergología, Hospital Vithas Turia, Valencia, Comité de Alergia Infantil SEAIC
Situación actual y epidemiología
Durante mucho tiempo se pensó que la dermatitis alérgica de contacto (DAC) era una enfermedad exclusiva del adulto. Sin embargo, estudios recientes revelan una prevalencia similar a la de adultos, con casos descritos incluso en lactantes (1). Se estima que hasta un 16–20% de la población pediátrica está sensibilizada a algún alérgeno, aunque muchos casos no se diagnostican porque los síntomas se confunden con otras afecciones más comunes, como la dermatitis atópica (DA) (1,2). De hecho, menos del 10% de las pruebas epicutáneas se realizan en niños, lo que contribuye a este infradiagnóstico (1).
Dermatitis atópica y dermatitis alérgica: ¿cómo se relacionan?
La DAC y la DA pueden coexistir y a menudo se solapan, ya que ambas provocan inflamación y picor. Más de un tercio de los niños con DAC tienen también DA (1), y en muchos casos, los productos utilizados para tratar la piel atópica contienen ingredientes sensibilizantes que agravan los síntomas (1). Esta superposición puede dificultar el diagnóstico y retrasar el tratamiento adecuado.
En niños con DA, debe sospecharse una DAC cuando la dermatitis es recalcitrante al tratamiento convencional, presenta una distribución atípica (como afectación localizada de párpados, labios, manos, pies o zona del pañal), o empeora con el uso de productos destinados al cuidado de la piel atópica, los cuales pueden contener alérgenos como fragancias, lanolina o conservantes. También debe considerarse la DAC si las lesiones se localizan en áreas en contacto con cosméticos, cremas, ropa, joyas, materiales escolares o deportivos. En estos casos, la realización de pruebas epicutáneas permite identificar alérgenos relevantes y guiar el tratamiento (1,3).
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la DAC en niños se basa en la historia clínica detallada y en la realización de pruebas epicutáneas, que son el método de referencia para identificar alérgenos causantes. Estas pruebas consisten en aplicar parches con alérgenos sobre la espalda del niño, retirarlos a las 48 horas, y realizar segunda lectura a las 72-96 horas. También se puede complementar con pruebas como el ROAT (Repeat Open Application Test), una prueba sencilla, no invasiva, que se utiliza para evaluar si un producto concreto (como una crema, cosmético o medicamento tópico) está causando una DAC. Es especialmente útil en niños o cuando no es posible realizar pruebas epicutáneas estándar (3,4).
En 2015, la EAACI (European Academy of Allergy and Clinical Immunology) propuso una batería reducida de alérgenos como herramienta práctica y segura para facilitar el diagnóstico en población pediátrica (5). Con el tiempo, la experiencia clínica y nuevas evidencias han puesto de manifiesto la necesidad de considerar también alérgenos emergentes, cada vez más presentes en productos infantiles como la metilisotiazolinona aislada, hidroperóxidos de limoneno y linalol, benzofenonas, 3-dimetilaminopropilamina (DMAPA), isobornil acrilato y clorhexidina. Además, se recomienda adaptar las pruebas a la exposición individual de cada paciente y complementarlas con productos propios y alérgenos actuales, con el objetivo de optimizar la precisión diagnóstica en niños (6-8).
¿Cuáles son los alérgenos más frecuentes?
En los niños, los alérgenos más comunes que pueden causar DAC incluyen (8-13):
Además de los alérgenos clásicos, en los últimos años se han identificado alérgenos emergentes en la población pediátrica. Entre ellos destacan la benzisotiazolinona, presente en ropa, calzado y detergentes (5); la acetofenona azina, un derivado de la goma EVA presente en espinilleras y calzado infantil (6); el isobornil acrilato (IBOA), utilizado en dispositivos médicos como las bombas de insulina (4); la benzofenona-4, presente en algunos protectores solares; y la clorhexidina, cuyo uso cada vez más frecuente en antisépticos se ha relacionado con un aumento de casos de sensibilización (8–13).
Estrategias de prevención
Una de las estrategias más prometedoras es el enfoque PEAS (Pre-Emptive Avoidance Strategy), que propone evitar desde el inicio los alérgenos más comunes en productos infantiles. Esta medida preventiva puede aplicarse incluso sin diagnóstico previo, especialmente en niños con piel sensible o antecedentes de dermatitis, para prevenir sensibilizaciones en la población pediátrica (14).
Manejo y tratamiento
El tratamiento principal es la evitación del alérgeno, una vez identificado mediante pruebas epicutáneas. Para controlar los brotes, se utilizan corticoides tópicos suaves, inmunomoduladores y emolientes para restaurar la barrera cutánea. En casos más graves, puede ser necesaria la fototerapia o tratamiento sistémico (3,4). El seguimiento debe incluir educación continua a las familias, revisión de productos y apoyo emocional, ya que un manejo adecuado mejora significativamente la calidad de vida del niño y su entorno (1,14).
Autora: Dra. Ana Láinez Nuez. Servicio de alergología, Hospital IMED Valencia. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Bibliografía
El Comité de Alergia a los Himenópteros estudia las enfermedades alérgicas producidas por el veneno de los himenópteros (abejas, avispas, avispones, abejorros) así como los alérgenos comprendidos en dichos venenos. Realiza una importante labor de identificar los himenópteros existentes en nuestro país (mapa de himenópteros). Por su contenido de trabajo, esté comité tiene estrechas relaciones con el Comité de Inmunoterapia y con el Comité de Anafilaxia, así como con la Comisión de Relación con Asociaciones de Pacientes.
Actualizado el día 09/01/2025