Fuente: http://www.seaic.org/inicio/prensa
Cerca de un millón de personas en España presenta reacciones alérgicas por picadura de avispas y abejas.
Entre 15 y 20 personas al año pierden la vida por alergia al veneno de himenópteros. En el 60% de los casos, los pacientes que son picados de nuevo sufren una nueva reacción igual, o más grave que la anterior. La vacunación antialérgica frente a picaduras de himenópteros es eficaz en el 95-97% de los casos. El Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC está elaborando un mapa de véspidos con el objetivo de conocer la distribución y las especies más comunes en nuestro país. Madrid, 19 de julio de 2011.- En España, según los datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), entre 800.000 y un millón de personas son alérgicas al veneno de avispas y abejas. La tasa de mortalidad se estima en un 0,4 por millón de habitantes, lo que significa que entre 15 y 20 personas podrían morir cada año por esta causa. La doctora Arantza Vega, Coordinadora del Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC y alergóloga del Hospital de Guadalajara, explica que “aunque, la mayoría de los pacientes sufre reacciones locales como enrojecimiento, dolor, picor e inflamación en el punto de picadura, muchos de ellos podrían sufrir una reacción generalizada (hipotensión, broncoespasmo y pérdida de conciencia). Una gran mayoría de las personas que sufren una reacción alérgica generalizada tras la picadura de una abeja o de una avispa no son enviadas a un especialista en alergia y, por tanto, los pacientes no reciben un correcto diagnóstico y tratamiento para su enfermedad, con el riesgo que implica para su vida esta situación”. Andalucía, Galicia, Castilla y León y la Comunidad Valenciana son las comunidades autónomas que registran un mayor número de casos de alergia por esta causa. La mayoría de las picaduras se producen durante los meses de verano, ya que la actividad, tanto de avispas como de abejas aumenta en estos meses. De igual manera, la exposición de la población también es mayor por el aumento de actividades al aire libre, siendo los apicultores y los agricultores los que corren mayor riesgo de picaduras. Nuevas picaduras Hasta hace relativamente pocos años, la medicina no podía cambiar el curso natural de la enfermedad. Los pacientes alérgicos sólo podían intentar evitar nuevas picaduras porque después de una reacción generalizada, la posibilidad de presentar una nueva reacción, similar o más grave, en el futuro se calcula que es del 60% en adultos y del 40% en niños. Hoy en día disponemos de una herramienta eficaz para evitar estas reacciones ulteriores: la inmunoterapia con extracto purificado de venenos, cuyo objetivo es modificar la respuesta inmunológica produciendo una desensibilización. “No podemos predecir quien sufrirá una reacción alérgica tras ser picado por una abeja o avispa, pero sí podemos saber que las personas que ya han presentado una, en el 60% de los casos sufrirán una nueva reacción igual, o más grave que la anterior, si son picados de nuevo. La mayoría de los pacientes que sufren una reacción alérgica por la picadura son atendidos en los servicios de urgencias o atención primaria, sin que a continuación sean dirigidos a un servicio de alergia para ser diagnosticados y, en consecuencia, se aplique el tratamiento más adecuado para su enfermedad”, comenta la doctora Vega. Por ello se recomienda a las personas que han tenido una reacción alérgica tras una picadura de himenóptero, que acudan a un alergólogo para que éste les realice las pruebas pertinentes y, en los casos que esté indicado, se les trate con la vacuna específica para el veneno causante de su alergia. Tal y como explica la especialista, “la inmunoterapia se realiza inyectando cantidades crecientes de veneno del himenóptero escogido. Su eficacia es alta: hay una curación en el 85-90% de los pacientes tratados con veneno de abeja y en el 98% de los tratados con veneno de avispa. Una vez alcanzada ésta se continúa con una pauta de mantenimiento en la que se administra esta dosis máxima cada mes o cada dos meses durante un tiempo relativamente largo, que en la mayoría de los casos es de 3 a 5 años”. Proyecto de mapa de distribución de véspidos en la Península Ibérica. La composición de los venenos de abejas y véspidos es similar desde el punto de vista farmacológico, pero claramente diferente alergológicamente. Es decir, producen los mismos efectos, pero la estructura química es suficientemente diferente como para que el sistema inmunológico reconozca que se trata de sustancias distintas. De esta forma las personas alérgicas a veneno de abejas habitualmente toleran las picaduras de avispas. Entre los véspidos distinguimos dos géneros de interés alergológico: las véspulas y los polistes. Los venenos de ambos son parecidos y tienen algunos elementos similares que hacen que podamos encontrarnos con pacientes alérgicos a los dos tipos mencionados o sólo a uno de ellos. Las dos especies más comunes de véspidos son la Vespula germánica (sobre todo en el norte) y la Polistes dominulus (sobre todo en el área mediterránea). Por este motivo, el Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC está elaborando un mapa de distribución de véspidos en la Península Ibérica “con el que pretende conocer la distribución de especies de avispas que pican en cada zona y hacer un mejor diagnóstico de los pacientes. Esto facilitará la identificación y posterior elección del veneno para la vacuna”. Se ha terminado la primera parte con el análisis de la zona sur de España. Picadura de abejorro En los últimos años, se está observando un aumento en la frecuencia de picadura de abejorros por su utilización en los cultivos de invernadero como agente polinizador. El género Bombus provoca ocasionalmente reacciones alérgicas al veneno que inocula al picar, aunque es una especie considerada mucho menos agresiva que las abejas y con un alto poder de polinización, motivo por el que se utilizan en agricultura intensiva. “La mayoría de picaduras se producen durante los meses de verano (mayor población de abejas y mayor exposición de las personas), aunque es habitual observar picaduras antes de esta estación. Los trabajadores de la agricultura intensiva (polinización en invernaderos) y sus familiares están expuestos casi todo el año”, concluye la experta. A tener en cuenta… • La mayoría de las picaduras se producen entre los meses de mayo y septiembre siendo julio y agosto los meses con mayor incidencia de picaduras debido a las altas temperaturas que ponen en gran actividad a estos insectos. • Estos himenópteros se alimentan de zumos, savia, néctar y, en general, de líquidos azucarados. Durante la época de calor, si bebe algún líquido azucarado, compruebe que no hay abejas o avispas en los bordes del recipiente. • No se acerque a panales de abejas ni a nidos de avispas. Si accidentalmente se acerca, retírese con movimientos lentos. • Si una abeja o avispa se posa sobre alguna parte de su anatomía no intente matarla ni espantarla; permanezca quieto o haga sólo movimientos lentos hasta que se aleje. • No manipule frutas y en general comidas al aire libre. No se acerque a los cubos de basura en la calle. • Si deja ropa en el suelo sacúdala antes de ponérsela, pues puede haber alguna avispa entre sus pliegues. • Evite caminar descalzo, así como hacerlo por huertos en floración, campos de trébol o cualquier área con abundantes flores. • Durante la época de actividad (mayo a septiembre) use ropa de colores poco llamativos y no use perfumes ni sprays para el cabello cuando salga al campo. • No pode árboles ni siegue césped o setos durante la época de actividad. • Las colisiones con estos insectos pueden causar picaduras; por lo tanto evite correr o montar a caballo, en bicicleta o en moto en áreas en que haya abundancia de flores. Un coche descapotable con el techo bajado es especialmente peligroso. • Dentro de recintos cerrados mantenga una red para atrapar cualquier insecto volador que penetre; también es útil tener un insecticida para matarles (en la guantera del coche puede ser muy útil). • Advierta a los niños de no tirar piedras o ramas a los nidos de los insectos. Para más información, Gabinete de Prensa de la SEAIC.
La anafilaxia o reacción alérgica grave potencialmente mortal es causada por picaduras de insectos, pero también por alimentos y fármacos, dos factores estos últimos que provocan cada vez más casos en España, han alertado los expertos con motivo de la Semana Mundial de la Alergia
Bajo el lema “Anafilaxia: cuando la alergia es letal”, médicos y pacientes han destacado la importancia de dar a conocer los síntomas de esta reacción que puede afectar a personas de todas las edades y, según una de las pocas estadísticas que existen sobre este tema, una vez en su vida a tres de cada mil habitantes. Las alergias han sido calificadas como “la epidemia del siglo XXI” por el expresidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad San Pablo CEU, Tomás Chivato. En concreto, la anafilaxia es “una explosión alérgica que afecta a todo el organismo y que se produce de forma muy rápida, brusca y que puede ser fatal”, ha resaltado la jefa del Servicio de Alergia del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), Montserrat Fernández. Esta doctora, una de las pocas profesoras de alergias -es una asignatura que no se imparte en todas las universidades-, ha subrayado la “dificultad” de definir la anafilaxia, pues puede presentarse con un cuadro clínico complejo, desde síntomas a nivel cutáneo (enrojecimiento, picor, hinchazón) hasta respiratorios (ahogo), digestivos (náuseas, diarrea) y circulatorios (mareo, baja de tensión). Se da la circunstancia de que muchas personas sufren alguno de esos síntomas de manera leve y no llegan a acudir a un médico o a un hospital, por lo que las estadísticas sobre alergias son complicadas de hacer, aunque España y una decena de países europeos participan desde hace poco en un registro online. En España se cuenta, además, con la realizada por el Hospital Fundación Alcorcón (Madrid), cuyos datos pueden extrapolarse al resto de España, según Fernández, y que nos dicen que 113 personas sufren al año una anafilaxia por cada 100.000 habitantes; que de cada 1.000 personas que acuden a urgencias una es por ello; o que de cada 5.000 ingresos hospitalarios 1,5 es por esta “alergia letal”. En España, los casos más habituales no son por picaduras de abejas o avispas (5/10 % frente al 25 % de la UE), sino por alimentos (especialmente entre niños y jóvenes) y medicamentos (adultos), según se recoge en la nueva guía para pacientes “¿Qué es la Anafilaxia?”. Frutos secos, leche, huevo, frutas, pescados y mariscos son los alimentos que más alergias provocan, y los antibióticos y antiinflamatorios entre los medicamentos. “La pregunta del millón”, ha reconocido Montserrat Fernández, es saber por qué está aumentando el número de casos de anafilaxia, aunque ha apuntado que puede deberse a un “cambio de respuesta inmunológica” ante el tipo de vida occidental, y por “una mezcla de factores genéticos y ambientales”.
El próximo 18 de mayo, se celebrará en el salón de actos del C. S. Pavones, Madrid, la I Jornada de Actualización en Alergología, organizada por el Servicio de Alergia del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
El próximo viernes 13 de diciembre tendrá lugar la reunión de invierno 2024 del Comité de Humanidades.
Programa Reunión Comité Humanidades Invierno 2024 (1219 descargas )
El 2 de febrero de 2018, se celebrará en el Hospital Universitario Sanitas La Moraleja el II Curso Estado actual en el manejo de las Rinosinusitis, organizado por los servicios de ORL y Alergología.
El próximo viernes 15 de Diciembre tendrá lugar la VI Reunión de Humanidades de la SEAIC en el Hospital Universitario La Paz.
Más info: VI Reunion De Humanidades SEAIC.pdf (916 descargas )
El Hospital Universitario Regional de Málaga precisa contratar un alergólogo para un contrato de intensificación del Instituto de Salud Carlos III.
Estimados socios de la SEAIC:
Lamentamos comunicaros la triste noticia del fallecimiento de nuestro compañero Santiago De Paz Arranz, el pasado 19 de junio de 2025.
Compartimos el emotivo obituario realizado por la Dra. Beatriz Fernández Parra.
Desde la SEAIC queremos transmitir nuestro más sentido pésame a su familia y amigos.
Descansa en Paz.
El pasado día 19 de junio de 2025 falleció nuestro estimado compañero Santiago de Paz Arranz. Un momento de gran tristeza que acompaña a lo inevitable, aunque incomprensible cuando acontece de forma tan precoz. Quien lo haya conocido no puede decir más que la pérdida es muy dolorosa y difícil de asumir.
Formado como especialista en Alergología en el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid, donde tuvo sus primeros pasos como facultativo especialista, Santiago de Paz supo encontrar la oportunidad para poner en marcha el primer servicio hospitalario de Alergología en la provincia de Soria y dejar constancia de su iniciativa y su compromiso con la especialidad.
Desde sus primeros momentos de actividad profesional, nuestro apreciado «Santi» transmitió a todo su entorno una filosofía de vida ejemplar. Frente a las situaciones más complicadas, nunca tuvo una mala respuesta y siempre buscaba la solución sin lamentarse por el problema. Es difícil recordarlo sin la sonrisa que marcaba su carácter afable y cordial. Incluso en su momento más crítico, supo conservar esa sonrisa y afrontar con valentía y serenidad la lucha frente a una adversidad que aparece sin avisar. Querido Santi, sin duda alguna tuviste el don de la entereza y nos has dado una lección inolvidable.
Desde la SEAIC queremos transmitir todas nuestras condolencias a su mujer Belén, a sus hijos Marina y Jaime, así como al resto de su familia y allegados.
Descanse en paz.
La alergia al veneno de himenópteros (abejas, avispas, etc.) no es una enfermedad genética o de nacimiento, sino que se puede desarrollar a lo largo de la vida tras haber sufrido picaduras de estos insectos y haberse sensibilizado a ellos. El estudio alergológico está indicado en pacientes que, o bien han sufrido una reacción generalizada con alguna de estas picadura, o que presentan reacciones locales extensas y tienen una alta exposición o mala calidad de vida, con el objetivo de demostrar la presencia de sensibilización específica mediada por IgE frente al veneno del insecto responsable y valorar si son candidatos a recibir una inmunoterapia con alérgenos (vacuna). Por lo tanto, no está indicado el estudio predictivo ni preventivo en pacientes con miedo a las reacciones o con antecedentes familiares de esta alergia.
Para realizar un diagnóstico correcto, se disponen de una serie de procedimientos que explicamos a continuación:
Historia clínica
Es la herramienta fundamental. Los síntomas presentados con la picadura permiten conocer el tipo de reacción sufrida. Es decir, si se trató de una reacción local normal, local extensa, sistémica o incluso si pueden existir otras enfermedades asociadas como los síndromes de activación mastocitaria. Debe recogerse el número y la zona de las picaduras recibidas, el intervalo de tiempo entre la picadura y el inicio de los síntomas y el tratamiento que se administró en ese momento. Otro aspecto muy importante es la identificación del insecto picador. En algunas ocasiones puede parecer más evidente, aunque en otras es posible que sea ambiguo o realmente difícil. El entorno en el que se produce la picadura puede ayudar a ello, sobre todo con respecto al lugar donde sucedió, época del año, comportamiento del insecto, alimentos cercanos, persistencia del aguijón tras la picadura o presencia cercana de nidos o de colmenas. Es posible que esta información pueda sugerir el género del himenóptero, si se trataba de una avispa (Vespula, Dolichovespula, Vespa, Polistes), una abeja (Apis) o un abejorro (Bombus), entre los más habituales. Incluso, en el caso de que se pudiera haber recogido el insecto que picó, se podría aportar el ejemplar en la consulta.
El cuestionario de calidad de vida (HiCaVi), validado por nuestro comité de la SEAIC, permite evaluar este aspecto en este grupo de pacientes y apoyar la indicación de tratamiento con inmunoterapia en algunos casos.
Pruebas cutáneas
Se realizan de dos tipos: Intraepidérmicas o skin prick test, que son similares a las que se hacen en el estudio de pólenes y de otros alérgenos respiratorios ; e intradérmicas, a concentraciones crecientes seriadas. Su positividad es suficiente para demostrar sensibilización.
Pruebas de laboratorio
Mediante una analítica de sangre se pueden medir las IgE específicas frente a venenos completos, que son los anticuerpos que una persona puede generar después de recibir picaduras. Se consideran positivas a partir de 0,1 kUA/L.
El conocido como diagnóstico molecular permite detectar anticuerpos frente a alérgenos concretos para conocer la clase de proteínas que han podido causar la alergia. Es útil en el caso de que varios venenos sean positivos, con el fin de poder diferenciar entre si estamos sensibilizados de forma primaria a uno solo, a varios a la vez (cosensibilización) o si es por el fenómeno de reactividad cruzada (que es la positividad de varios pero por la composición parecida entre ellos).
El uso de otras técnicas de laboratorio más complejas como el CAP-Inhibición o el test de activación de basófilos (TAB) permiten aumentar la precisión y poder llegar a un diagnóstico definitivo.
Además, en todo paciente que haya sufrido una anafilaxia debe solicitarse una triptasa basal, que es una proteasa que puede estar elevada en algunas patologías del sistema inmunitario.
La prueba de exposición mediante repicadura controlada con el propio insecto no está indicada como método diagnóstico por motivos éticos, pero sí es un procedimiento utilizado en pacientes que ya están recibiendo una vacuna y que tiene como objetivo comprobar la eficacia de este tratamiento.
En el caso de pacientes con una historia de una reacción sistémica y un estudio temprano negativo, hay que repetir las pruebas aproximadamente 1-2 meses después, ya que existe un periodo de tiempo en el que pueden darse falsos negativos. Sin embargo, en un 15% de los pacientes con una historia sugerente de alergia no se llega a detectar IgE específica frente a venenos. Igualmente, es importante señalar que los resultados de estas pruebas no se correlacionan con la gravedad de la picadura ni con el riesgo de tener una nueva reacción generalizada posterior.
Finalmente y teniendo en cuenta lo anterior, queda de manifiesto la relevancia de ser valorado por un médico alergólogo, quien brindará a sus pacientes el diagnóstico más preciso y los mejores cuidados.
Jesús Macías Iglesias
Médico Especialista en Alergología
Miembro del Comité de Alergia a Himenópteros y Mastocitosis de la SEAIC
Bibliografía: Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC. Algoritmo básico: Alergia al veneno de los himenópteros. En: Alergia a Himenópteros: Recomendaciones y algoritmos de práctica clínica de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Actualización. Majadahonda (Madrid): ERGON; 2021. 11-21. ISBN: 978-84-18576-24-9
Se estima que entre el 56-94 % de la población general padecerá una picadura de himenóptero (abejas y avispas). Según algunos estudios epidemiológicos, en Europa entre el 0,3 y el 7,5 % de la población adulta, y el 3,4 % de los niños, puede padecer una reacción alérgica generalizada tras la picadura de un avispa o abeja, y entre el 2,4-26,4% podrían presentar reacciones alérgicas locales. La población rural presenta un riesgo superior por el hecho de estar más expuesta a las picaduras de estos insectos.
El tratamiento principal para las personas alérgicas es la inmunoterapia (IT) con veneno de himenóptero, también conocida como “vacuna para la alergia”. La IT consiste en administrar de forma subcutánea pequeñas cantidades del alérgeno de forma gradual (fase de inicio y de mantenimiento) para que el sistema inmunológico se “acostumbre” y reduzca su reacción.
La eficacia de la inmunoterapia específica, o vacunación con extractos de veneno de himenópteros, está ampliamente demostrada. La IT a veneno de himenópteros es muy efectiva para reducir los síntomas alérgicos y mejorar la calidad de vida de las personas sensibilizadas alérgicas a estos insectos. Actualmente es el único tratamiento capaz de prevenir futuras reacciones sistémicas, y está indicada en niños y adultos que hayan padecido alguna reacción generalizada moderada o grave, con síntomas cutáneos y respiratorios o cardiovasculares, y siempre que se demuestre un mecanismo dependiente de la Inmunoglobulina E (IgE). La IT también se puede considerar en adultos con solo síntomas cutáneos, pero con alto riesgo de exposición y/o empeoramiento de su calidad de vida. La duración convencional del tratamiento es de 3 a 5 años. La eficacia de la inmunoterapia varía de persona a persona, pero en general se ha demostrado que es altamente efectiva hasta en un 97% de los casos, consiguiendo la reducción de los síntomas y prevención de reacciones graves. El efecto terapéutico es duradero, de modo que incluso 10 años después de la finalización de la IT alrededor del 90 % de los pacientes sigue estando protegido.
Es importante tener en cuenta que la IT es un tratamiento a largo plazo que requiere un compromiso y seguimiento adecuados. Debe ser administrada bajo la supervisión de alergólogos en una unidad de inmunoterapia y se realiza en etapas, comenzando con dosis bajas e incrementándolas gradualmente hasta llegar al mantenimiento (dosis fija mensual o cada dos meses). Además, es fundamental seguir tomando precauciones para evitar picaduras, como usar ropa protectora y evitar áreas donde suelen encontrarse estos insectos. Sin embargo lo más importante es portar un kit de emergencia con adrenalina auto inyectable hasta que se alcance el mantenimiento con la vacuna.
Javier Pereira
Médico Especialista en Alergología
Miembro del Comité de Alergia a Himenópteros y Mastocitosis de la SEAIC
Cuantas veces nos han preguntado “¿Eres la enfermera/o de alergia? ¿La que pone las vacunas no?”.
Pues bien, es el momento de afirmar, que la administración de inmunoterapia (IT) subcutánea no solo consiste en el procedimiento de administración del alérgeno en dosis crecientes al paciente por vía subcutánea, sino que es un proceso donde se realiza previamente una valoración integral del paciente.
El paciente acude a nuestra consulta con la incertidumbre ante lo desconocido, a pesar de haber recibido información el día de la prescripción del tratamiento por el alergólogo/a, sobre el procedimiento y sus riesgos.
Es importante que nos presentemos, que conozca nuestro nombre, y le indiquemos que somos las enfermeras/os responsables de la administración del tratamiento. Es muy importante que el paciente se encuentre tranquilo.
Así mismo, procederemos a resolver aquellas dudas que pueda tener acerca de la inmunoterapia (IT) específica de alergia, además de informarle que este tratamiento consta de dos fases:
Respecto a la administración del tratamiento, como responsables de su administración, deberemos comprobar siempre:
Procederemos a realizar la valoración de enfermería, recogiendo información sobre su estado de salud:
A continuación procederemos a la toma de constantes vitales (tensión arterial, frecuencia cardiaca, saturación de oxígeno y temperatura) y a la administración del tratamiento de IT específica de alergia siguiendo el protocolo establecido.
Los pacientes deben saber:
Sabemos desde hace años que estamos colonizados por millones de bacterias y cada vez más, nuestro microbioma personal, va ganando importancia en el desarrollo de las patologías que afectan al ser humano como la alergia.
Según lo publicado en el artículo de la revista Nature Medicine, Healthy infants harbor intestinal bacteria that protect against food allergy, Taylor Feehley, Catherine H. Plunkett, Riyue Bao, Sung Min Choi Hong, Elliot Culleen, Pedro Belda-Ferre, Evelyn Campbell, Rosita Aitoro, Rita Nocerino, Lorella Paparo, Jorge Andrade, Dionysios A. Antonopoulos, Roberto Berni Canani and Cathryn R. Nagler, Nature Medicine volume 25, pag 448–453; Issue 3, march 2019, las colonias bacterianas que se asientan en el íleon, por ser el lugar de absorción de los nutrientes (y no en el colon como se analiza en otros estudios) tienen un importante papel regulador en la homeostasis de la luz intestinal y en la transcripción genética de las células epiteliales del íleon.
Se ha observado que familias bacterianas como Lachnospiraceae o Anaerostipes caccae, dentro de la clase Clostridia, son más frecuentes en las heces de niños con tolerancia a proteínas de leche de vaca (PLV) y escasas en las muestras de niños alérgicos a PLV. De hecho, los ratones que estaban monocolonizados por Anaerostipes caccae, estaban protegidos frente a la anafilaxia por PLV. Normalmente estas bacterias degradan oligosacáridos de leche humana y lactosa durante los primeros meses de vida, y favorecen la transición de la flora intestinal del niño al adulto, consistente en Firmicutes y Bacteroidetes. Además actúan sobre los Linfocitos T-reg de la mucosa intestinal y producen metabolitos inmunomoduladores.
Si bien los autores no insinúan que sea la única causa de estado alérgico/tolerancia a alimentos, sí consideran que las estrategias de modulación de la microbiota intestinal pueden ayudar a prevenir o tratar este tipo de enfermedad.
Silvia Veza Perdomo
Servicio de Alergología. Hospital Universitario de Getafe, Madrid. Comité de Alergia Infantil de la SEAIC.
La esofagitis eosinofílica (EEo) es una enfermedad inmunológica crónica, desencadenada predominantemente, aunque no exclusivamente, por antígenos alimentarios. En el momento actual, las pruebas de alergia alimentaria no son capaces de predecir los alimentos responsables de la EEo, especialmente en adultos.
Las dietas elementales (basada en una dieta exclusiva con fórmulas a base de aminoácidos) y las dietas empíricas de 6 grupos de alimentos (6 GA) (exentas de leche, trigo, huevo, soja, frutos secos y pescado/marisco durante 6 semanas) han demostrado de manera consistente la mejor tasa de eficacia (entorno al 90% en el caso de las dietas elementales y del 72% en el caso de las dietas de 6 GA, tanto en niños como en adultos). Sin embargo, el alto nivel restrictivo (que conlleva una mala adherencia a la dieta y un importante impacto económico, social, psicológico y en la calidad de vida) y la necesidad de múltiples endoscopias, han dificultado su implementación en la práctica clínica.
Actualmente, la leche, gluten y huevo son los alimentos causantes más comunes tanto en niños como en adultos de EEUU, España y Australia. Por consiguiente, estrategias basadas en dietas menos restrictivas como la dieta de eliminación de 4 grupos de alimentos (4 GA) (leche, gluten, huevo y leguminosas) o una dieta de 2 grupos de alimentos (2 GA) (leche y gluten) se han venido desarrollando últimamente con buenas tasas de eficacia. En adultos, la tasa de eficacia de las dietas de eliminación de 4 GA es del 54%, siendo la leche, gluten o ambos los responsables en la mitad de los pacientes. En niños, esta dieta alcanza una tasa de remisión mayor (64%), con la leche (85%), el huevo (35%), el trigo (33%) y la soja (19%) como principales responsables de la EEo. Es de destacar que el 55% de los niños respondedores a la dieta de 4 GA tenían la leche como único desencadenante.
Una aproximación dietética escalonada (2-4-6 GA) podría resultar en un reconocimiento temprano de la mayoría de los respondedores a dietas con pocos alimentos responsables, reduciendo el número de endoscopias, los costes y acortando el proceso diagnóstico. En un estudio realizado en 130 pacientes (25 de los cuales eran niños), observaron una tasa de remisión del 43% con la dieta de 2 GA tanto en niños como en adultos. La dieta de 4 y 6 GA presentaba tasas similares a las referidas previamente (60% y 79% respectivamente). Con este protocolo se redujeron los procedimientos endoscópicos en un 20%. Además, el 90% de los pacientes fueron respondedores a una dieta de 2 ó 4 GA, con 1 ó 2 alimentos como causantes de la EEo, evitándose la dieta de 6 GA en la gran mayoría de los pacientes. Estos respondedores a dietas de pocos alimentos son los mejores candidatos a un tratamiento dietético mantenido, ya que dietas más amplias tienen peor adhesión al tratamiento. Los respondedores a la dieta de 6 GA tenían 3 ó más alimentos implicados en la enfermedad, por lo que se observa que a mayor restricción dietética necesaria, mayor el número de grupos de alimentos implicados en la EEo. Quizá estas dietas deberían reservarse para aquellos pacientes que estén muy motivados y que, tras el fracaso de las dietas de 2-4 GA, sigan deseando conocer los alimentos responsables de su enfermedad. Los resultados obtenidos en este estudio definitivamente mejoraría la aceptación del paciente al tratamiento dietético.
En cuanto a la dieta de eliminación de leche en niños, las tasas de remisión publicadas han sido del 65% y 61% en dos estudios, pero ambos presentan errores metodológicos. El primero de ellos incluía pacientes con EEo tras inmunoterapia oral con leche, que son siempre respondedores a una dieta de eliminación de leche. En el segundo, los pacientes recibían, concomitantemente a la dieta de evitación de leche, fármacos inhibidores de la bomba de protones que obtienen por sí solos una tasa de remisión del 50% en niños y adultos, con lo que desconocemos qué número de pacientes en remisión se debe realmente a la dieta de leche y no al uso de este fármaco.
El tiempo de eliminación del alimento necesario para una remisión histológica es de un mínimo de 6 semanas, aunque se desconoce el tiempo exacto necesario. Ocurre lo mismo con el tiempo de reintroducción del alimento que, aunque desconocido, se estima que también debe ser como mínimo de 6 semanas.
Es necesaria la estandarización de la reintroducción de los alimentos, nuevas pruebas de alergia alimentaria, y estudios que evalúen la dieta de eliminación en niños y las consecuencias a largo plazo de las intervenciones dietéticas.
Molina-Infante J, Lucendo AJ. Dietary therapy for eosinophilic esophagitis. J Allergy Clin Immunol 2018; 142:41-47.
Eva Mª Lasa Luaces. Médico Adjunto de la Unidad de Alergología Infantil (Sº Alergologái). Hospital Universitario Donostia. San Sebastián. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Parece llamativo que al tomar un medicamento que hemos tolerado con anterioridad sin tener ningún problema, de repente nos genere una reacción alérgica. Sin embargo, lo más habitual es que tras varias exposiciones a un fármaco sea cuando se desarrolle, siendo excepcional que ocurra la primera vez que lo tomamos.
La alergia consiste en una reacción desproporcionada de nuestro sistema inmunitario ante algo que identifica como dañino de manera equivocada. En general, para volvernos alérgicos a una sustancia tenemos que haber estado previamente en contacto con ella.
Hay algunos casos excepcionales en los que la primera dosis de un medicamento puede desencadenar una alergia. El más frecuente es la exposición previa a una sustancia con estructura similar, generalmente medicamentos de la misma “familia”, que el sistema inmunitario identifica cómo la misma sustancia. Aunque también puede suceder como reacción a excipientes del medicamento, principalmente derivados de alimentos, a los que el paciente puede ser previamente alérgico.
Las reacciones a medicamentos pueden ocurrir de manera inmediata, a los pocos minutos de haber recibido una dosis del fármaco; o comenzar tras varios días o incluso meses de haber iniciado un tratamiento. En este último caso, las reacciones se llaman “tardías” y suceden de una manera progresiva afectando en la mayoría de las ocasiones a la piel. Por este motivo, el haber tolerado un fármaco de manera diaria durante meses, tampoco excluye que desencadene una alergia durante el tratamiento.
Sin embargo, las reacciones alérgicas a medicamentos no son eventos habituales y hay determinados factores que aumentan su riesgo, como pautas de tratamiento intermitentes o la predisposición genética.
El desarrollo de alergia a un medicamento es un proceso complejo en el que intervienen diferentes factores. Es importante saber que haber tolerado un medicamento previamente no elimina la posibilidad de que se desarrolle una alergia en el futuro pero que no son eventos frecuentes. En caso de tener un síntoma nuevo o inesperado durante un tratamiento, es recomendable comunicárselo a su médico para valorar la orientación adecuada.
Leticia de las Vecillas
Alergóloga
Hospital Universitario La Paz
Las vacunas son elementos fundamentales en las estrategias de salud pública, pues ayudan a reducir la expansión, morbilidad y mortalidad asociadas a las enfermedades infecciosas. La vacunación es importante no sólo a nivel individual, sino también a nivel poblacional. Los programas de vacunación COVID-19 son un ejemplo del gran valor de esta estrategia de salud pública a todos los niveles.
Se administran millones de dosis de vacunas al año en todo el mundo, siendo el riesgo de reacciones adversas bajo y, en el caso de reacciones alérgicas graves como la anafilaxia, el riesgo es aún menor. Esta baja incidencia de reacciones adversas observadas, incluso en las nuevas vacunas COVID-19, es otra de las razones para no retrasar o cancelar la administración de posteriores dosis.
Las reacciones a vacunas pueden ser de tipo alérgico o no alérgico, y ser debidas tanto al agente infeccioso que contienen como a alguno de los componentes utilizados en el proceso de fabricación de esa vacuna.
El estudio alergológico sólo es necesario en aquellas personas con historia de alergia a uno de los componentes de la vacuna que se desea administrar o que hayan presentado reacción alérgica con una vacuna en el pasado. El análisis detallado de la composición y el estudio alergológico adecuado, pueden ayudar a identificar el alérgeno responsable y el riesgo individual de sufrir una reacción posterior.
Recientemente hemos publicado una revisión donde se recogen los tipos y riesgos de reacciones adversas asociados con las vacunas anti-infecciosas, incluidas las nuevas vacunas COVID-19. Nuestro estudio también proporciona pautas para el diagnóstico preciso de estas reacciones e indicaciones para la administración controlada de nuevas dosis.
El objetivo final es mejorar la seguridad individual, asegurar la vacunación del mayor número posible de personas y que las personas con alergia puedan ser vacunadas en la misma medida que el resto de la población, ofreciéndoles alternativas si es necesario.
Todos estos enfoques podrían ayudar a eliminar barreras a la vacunación en personas con reacciones adversas a vacunas y a planificar su administración de manera segura.
Acceso al artículo completo en el siguiente enlace: https://link.springer.com/article/10.1007/s40521-022-00311-8
Dra. Patricia Prieto Montaño. Facultativo Especialista Alergología. Hospital General Universitario Albacete. Comité de Alergia Infantil SEAIC
El asma es una condición médica crónica muy común en niños y es especialmente susceptible a los cambios provocados por el COVID-19. Actualmente se dispone de poca información sobre el impacto que la pandemia COVID-19 puede tener en el control y manejo de los niños y jóvenes con asma bronquial.
El siguiente artículo “Oreskovic N, Bernard T, Aryee E, Kuhlthau K, Perrin J. The Unexpected Risks of COVID-19 on Asthma Control in Children. J Allergy Clin Immunol Pract.2020;8(8):2489-2491” revisa las influencias que han podido ser importantes o afectar en el control del asma en niños durante la pandemia de COVID-19 debido a los cambios sociales que estamos viviendo. Estos suponen cambios en el entorno, en la práctica clínica médica diaria y su gestión, y en el uso de medicación de esta enfermedad, cambios que tendrán repercusión a largo plazo en los resultados de control del asma. Además, desde nuestro Comité de Alergia Infantil se realizó una encuesta entre los especialistas para conocer cómo ha afectado la pandemia al manejo del asma pediátrico en España, que ha sido publicada en Sanchez-Garcia S, Ruiz-Hornillos J, Escudero C. Pediatric Asthma Management during the COVID-19 pandemic: Results of a national survey. Ped All Immunol Pulm. 2020 Dec; 33(4):199-203. https://doi.org/10.1089/ped.2020.1250
Los pacientes con asma tienen especial vulnerabilidad a los cambios provocados en el contexto de la pandemia COVID-19, con muchas vías y factores de riesgo compartidos, incluyendo la calidad del aire, el ambiente interior, la actividad física, el control del peso, la gestión de la medicación y la prestación de atención sanitaria.
El lugar donde los niños pasan mayor cantidad de tiempo, que ahora es en los interiores, los hábitos diarios (patrón de asistencia a clases), de viaje o transportes, y la actividad física que realizan, afectan al asma.
Además, ha habido cambios en la disponibilidad, la prestación y la utilización de la atención sanitaria que tienen importantes implicaciones para el asma y otras enfermedades crónicas que requieren atención médica continuada. Se han limitado las visitas a la consulta para el control del asma, tanto en atención primaria como especializada (Neumología y Alergología) y se han limitado las visitas a urgencias. Todo ello ha favorecido el formato de visita telefónica o videoconferencia. Estos cambios han ofreciendo nuevas oportunidades gracias a la denominada “telesalud”, que deberán ser valoradas y aprovechadas.
En cuanto a las visitas a Urgencias, se observó una importante disminución en la atención relacionada con el asma y el comienzo de la pandemia, que atiende seguramente el temor de las familias al contagio y/o las recomendaciones sanitarias del momento. Todo esto condujo además, a que la realización de las pruebas tempranas para un mejor control de la enfermedad, como las pruebas de función pulmonar, se viera afectada.
La COVID-19 también ha influido probablemente en la adherencia de los pacientes a los medicamentos controladores del asma. Los padres de los niños con asma pueden tener un mayor control y ser más vigilantes para que los niños tomen su medicación con regularidad y que una mayor adherencia a la medicación mejore el control del asma o, por el contrario, que otros dejen su medicación ante el temor de los posibles efectos de los corticoides, tanto orales como inhalados, en la infección por coronavirus.
Todos estos factores han podido influir de diferente manera en función del lugar en el que residiese el niño, de la situación socioeconómica de la familia, de las limitaciones para realizar actividad física al aire libre a causa de las restricciones particulares de cada zona, etc. En este sentido, los niños de familias de entornos urbanos con menores ingresos tienen un acceso más limitado a espacios seguros para la actividad física, tienen domicilios en los que la exposición a alérgenos/contaminantes de interior (hongos, roedores, cucarachas y el humo del tabaco, entre otros) es mayor, y pueden convivir además con adultos con menor posibilidad de teletrabajar y más expuestos a la infección por coronavirus.
Estos cambios en el entorno, en la práctica médica y en la gestión del tratamiento, tendrán probablemente un gran impacto en el asma infantil que tendremos que vigilar para evaluar su impacto final a medio y largo plazo.
Margarita Tomás Pérez. Médico Adjunto Alergología Hospital General Universitario La Paz. Madrid. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
El impacto de una etiqueta de alergia a antibióticos betalactámicos es significativo y puede tener consecuencias negativas tanto para la salud del paciente como para el manejo de su tratamiento médico. Los betalactámicos (penicilinas, cefalosporinas, carbapenemas) son los antibióticos más utilizados para tratar diversas infecciones bacterianas. Las penicilinas son también los antibióticos que producen con mayor frecuencia reacciones alérgicas. Sin embargo, la mayoría de los pacientes etiquetados como alérgicos a penicilinas realmente no lo son. En un porcentaje importante de casos, la colocación de una etiqueta de alergia se realiza a partir de cualquier reacción adversa coincidente con la administración del antibiótico, sin haber realizado un estudio alergológico. Si un paciente es etiquetado incorrectamente como alérgico a este tipo de antibióticos, puede conllevar varios problemas asociados:
1. Limitación de opciones terapéuticas: Los antibióticos betalactámicos son una de las opciones más efectivas para tratar infecciones bacterianas. Si un paciente es etiquetado erróneamente como alérgico, los médicos pueden verse limitados en las opciones de tratamiento disponibles, lo que podría resultar en el uso de antibióticos menos efectivos o más costosos.
2. Mayor riesgo de infecciones: El uso de antibióticos alternativos podría no ser tan efectivo en el tratamiento de ciertas infecciones. Esto podría resultar en una mayor duración de la enfermedad, recurrencias de infecciones y un mayor riesgo de complicaciones.
3. Mayor resistencia a antibióticos: El uso inapropiado y excesivo de antibióticos alternativos debido a una etiqueta de alergia falsa podría contribuir al problema global de la resistencia a los antibióticos. Esto sucede cuando las bacterias desarrollan la capacidad de resistir los efectos de los medicamentos, lo que dificulta el tratamiento de infecciones futuras.
4. Costos económicos: El uso de antibióticos alternativos o más avanzados puede ser más caro que el uso de antibióticos betalactámicos estándar. Esto podría aumentar los costes de la atención médica tanto para el paciente como para el sistema de salud a nivel global.
En definitiva, un diagnóstico preciso es esencial para garantizar que los pacientes reciban el tratamiento adecuado y evitar las consecuencias negativas asociadas con una etiqueta de alergia incorrecta. Por ello es fundamental realizar un estudio de alergia tanto para descartar como para confirmar el diagnóstico de alergia a betalactámicos, y en este último caso, ofrecer una alternativa de tratamiento.
Alicia Gallardo Higueras
Hospital Universitario de Salamanca
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) son los fármacos más frecuentemente implicados en las reacciones de hipersensibilidad. Estas reacciones son muy complejas, ya que pueden estar producidas por mecanismos diferentes: por un lado, pueden ser reacciones de intolerancia cruzada (IC), en las que el paciente reacciona a varios AINEs pertenecientes a grupos químicos diferentes en ausencia de un mecanismo inmunológico específico; y por otro, reacciones selectivas, que están inducidas por uno o más AINEs del mismo grupo químico por un mecanismo inmunológico específico (IgE o células T). Las reacciones de IC son las más frecuentes y con un mayor impacto en la calidad de vida de los pacientes ya que, al estar implicados diferentes grupos químicos, se reducen de manera significativa las alternativas terapéuticas. Estas reacciones pueden clasificarse en diferentes categorías en función de los síntomas clínicos manifestados y la presencia o ausencia de enfermedades subyacentes: (i) Enfermedad respiratoria exacerbada por AINEs (EREA); (ii) Enfermedad cutánea exacerbada por AINEs (ECEA); (iii) Urticaria/angioedema inducido por AINE (UAIA).
La hipersensibilidad a los AINEs puede aparecer en cualquier momento de la vida, y aunque se han realizado pocos estudios para analizar la historia natural de esta afección, los datos disponibles son diferentes dependiendo de la entidad clínica.
En las reacciones mediadas por IgE, al igual que ocurre con otros medicamentos como las penicilinas, se ha descrito una pérdida de sensibilidad con el paso del tiempo cuando los pacientes no están expuestos al fármaco. Esta pérdida de sensibilidad se ha visto que ocurre en más de la mitad de los pacientes con reacciones por metamizol tras 6 meses de seguimiento. Sin embargo, hoy en día se desconoce si estos pacientes tolerarían el fármaco y si una nueva exposición daría lugar a que las pruebas resultasen otra vez positivas.
Por otro lado, en las reacciones de IC, hay estudios publicados donde se ha comprobado que a lo largo del tiempo algunos pacientes pueden adquirir de nuevo tolerancia a estos fármacos.
En la ECEA, en la que los pacientes presentan urticaria crónica de base que se exacerba tras la toma del AINE, se ha observado que la intensidad de la reacción a estos medicamentos puede fluctuar dependiendo de la actividad de la urticaria crónica subyacente, y que incluso en hasta un tercio de los pacientes, la hipersensibilidad a los AINEs puede resolverse durante los periodos de remisión de la urticaria crónica.
En la UAIA, se ha descrito que más del 60% de los pacientes pueden tolerar los AINEs en los 6 años siguientes a su última reacción.
Estos resultados ponen de manifiesto la importancia del seguimiento de los pacientes con IC a AINEs y la necesidad de ser reevaluados periódicamente por un alergólogo tras el diagnóstico inicial, ya que un gran número de pacientes podrían estar evitando los AINEs a pesar de no ser ya hipersensibles. Esta cuestión es importante porque los AINEs son uno de los fármacos más consumidos en todo el mundo y en algunos casos son la única opción terapéutica disponible. Sin embargo, a día de hoy no se sabe cuánto tiempo mantendrán los pacientes la tolerancia a los antiinflamatorios y si el contacto repetido con los mismos podría volver a inducir hipersensibilidad a estos fármacos.
Inmaculada Doña
Hospital Regional Universitario de Málaga
Bibliografía:
La amoxicilina es uno de los antibióticos más utilizados para el tratamiento de infecciones respiratorias, urinarias, dentales, de la piel, etc. También se utilizan para prevenir infecciones, o antes de algunos procedimientos diagnósticos o intervenciones quirúrgicas.
Pertenece a la familia de los antibióticos betalactámicos, y a este grupo pertenece también la penicilina, que es el antibiótico más antiguo conocido, así como otros muchos antibióticos pertenecientes a diferentes subfamilias como cefalosporinas, carbapenems o monobactams.
Cualquier antibiótico puede producir diferentes tipos de reacciones adversas, algunas conocidas y relacionadas con la dosis del antibiótico, por ejemplo, dolor abdominal, deposiciones diarreicas o infecciones por hongos en mucosa oral o genital. Tras este tipo de reacciones, y según la intensidad de la sintomatología, puede ser necesario suspender el tratamiento. Hay otro tipo de reacciones no predecibles, como son las reacciones alérgicas o de hipersensibilidad, que pueden aparecer incluso a dosis mínimas, y pueden ser desde muy leves a graves.
Cuando un paciente en tratamiento con amoxicilina presenta síntomas no relacionados con la infección que está tratando, debe consultar en un centro sanitario. Si los síntomas que presenta son efectos secundarios conocidos, será su médico el que valore la continuación de ese antibiótico, o el cambio a uno de la misma familia o de otra familia, según la infección que esté tratando. En estos casos se podría seguir tomando antibióticos de la familia de los betalactámicos.
Cuando su médico considere que presenta síntomas sugestivos de una reacción alérgica a la amoxicilina siempre debe ser valorado y estudiado en una Unidad de Alergología, y hasta entonces no debe tomar ningún antibiótico de la familia de los antibióticos betalactámicos. Hoy en día existen múltiples alternativas como antibióticos del grupo quinolonas, macrólidos, lincosamidas, aminoglucósidos, tetraciclinas y sulfamidas entre otros.
Es muy importante que este tipo de reacciones sean estudiadas ya que la sospecha de ser alérgico a antibióticos betalactámicos implica la evitación de un gran número de fármacos que son muy utilizados en la actualidad, y tras el estudio nos podrán dar alternativas dentro de este mismo grupo terapéutico.
María Salas Cassinello
Hospital Regional Universitario de Málaga