Fuente: http://www.seaic.org/inicio/prensa
Cerca de un millón de personas en España presenta reacciones alérgicas por picadura de avispas y abejas.
Entre 15 y 20 personas al año pierden la vida por alergia al veneno de himenópteros. En el 60% de los casos, los pacientes que son picados de nuevo sufren una nueva reacción igual, o más grave que la anterior. La vacunación antialérgica frente a picaduras de himenópteros es eficaz en el 95-97% de los casos. El Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC está elaborando un mapa de véspidos con el objetivo de conocer la distribución y las especies más comunes en nuestro país. Madrid, 19 de julio de 2011.- En España, según los datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), entre 800.000 y un millón de personas son alérgicas al veneno de avispas y abejas. La tasa de mortalidad se estima en un 0,4 por millón de habitantes, lo que significa que entre 15 y 20 personas podrían morir cada año por esta causa. La doctora Arantza Vega, Coordinadora del Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC y alergóloga del Hospital de Guadalajara, explica que “aunque, la mayoría de los pacientes sufre reacciones locales como enrojecimiento, dolor, picor e inflamación en el punto de picadura, muchos de ellos podrían sufrir una reacción generalizada (hipotensión, broncoespasmo y pérdida de conciencia). Una gran mayoría de las personas que sufren una reacción alérgica generalizada tras la picadura de una abeja o de una avispa no son enviadas a un especialista en alergia y, por tanto, los pacientes no reciben un correcto diagnóstico y tratamiento para su enfermedad, con el riesgo que implica para su vida esta situación”. Andalucía, Galicia, Castilla y León y la Comunidad Valenciana son las comunidades autónomas que registran un mayor número de casos de alergia por esta causa. La mayoría de las picaduras se producen durante los meses de verano, ya que la actividad, tanto de avispas como de abejas aumenta en estos meses. De igual manera, la exposición de la población también es mayor por el aumento de actividades al aire libre, siendo los apicultores y los agricultores los que corren mayor riesgo de picaduras. Nuevas picaduras Hasta hace relativamente pocos años, la medicina no podía cambiar el curso natural de la enfermedad. Los pacientes alérgicos sólo podían intentar evitar nuevas picaduras porque después de una reacción generalizada, la posibilidad de presentar una nueva reacción, similar o más grave, en el futuro se calcula que es del 60% en adultos y del 40% en niños. Hoy en día disponemos de una herramienta eficaz para evitar estas reacciones ulteriores: la inmunoterapia con extracto purificado de venenos, cuyo objetivo es modificar la respuesta inmunológica produciendo una desensibilización. “No podemos predecir quien sufrirá una reacción alérgica tras ser picado por una abeja o avispa, pero sí podemos saber que las personas que ya han presentado una, en el 60% de los casos sufrirán una nueva reacción igual, o más grave que la anterior, si son picados de nuevo. La mayoría de los pacientes que sufren una reacción alérgica por la picadura son atendidos en los servicios de urgencias o atención primaria, sin que a continuación sean dirigidos a un servicio de alergia para ser diagnosticados y, en consecuencia, se aplique el tratamiento más adecuado para su enfermedad”, comenta la doctora Vega. Por ello se recomienda a las personas que han tenido una reacción alérgica tras una picadura de himenóptero, que acudan a un alergólogo para que éste les realice las pruebas pertinentes y, en los casos que esté indicado, se les trate con la vacuna específica para el veneno causante de su alergia. Tal y como explica la especialista, “la inmunoterapia se realiza inyectando cantidades crecientes de veneno del himenóptero escogido. Su eficacia es alta: hay una curación en el 85-90% de los pacientes tratados con veneno de abeja y en el 98% de los tratados con veneno de avispa. Una vez alcanzada ésta se continúa con una pauta de mantenimiento en la que se administra esta dosis máxima cada mes o cada dos meses durante un tiempo relativamente largo, que en la mayoría de los casos es de 3 a 5 años”. Proyecto de mapa de distribución de véspidos en la Península Ibérica. La composición de los venenos de abejas y véspidos es similar desde el punto de vista farmacológico, pero claramente diferente alergológicamente. Es decir, producen los mismos efectos, pero la estructura química es suficientemente diferente como para que el sistema inmunológico reconozca que se trata de sustancias distintas. De esta forma las personas alérgicas a veneno de abejas habitualmente toleran las picaduras de avispas. Entre los véspidos distinguimos dos géneros de interés alergológico: las véspulas y los polistes. Los venenos de ambos son parecidos y tienen algunos elementos similares que hacen que podamos encontrarnos con pacientes alérgicos a los dos tipos mencionados o sólo a uno de ellos. Las dos especies más comunes de véspidos son la Vespula germánica (sobre todo en el norte) y la Polistes dominulus (sobre todo en el área mediterránea). Por este motivo, el Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC está elaborando un mapa de distribución de véspidos en la Península Ibérica “con el que pretende conocer la distribución de especies de avispas que pican en cada zona y hacer un mejor diagnóstico de los pacientes. Esto facilitará la identificación y posterior elección del veneno para la vacuna”. Se ha terminado la primera parte con el análisis de la zona sur de España. Picadura de abejorro En los últimos años, se está observando un aumento en la frecuencia de picadura de abejorros por su utilización en los cultivos de invernadero como agente polinizador. El género Bombus provoca ocasionalmente reacciones alérgicas al veneno que inocula al picar, aunque es una especie considerada mucho menos agresiva que las abejas y con un alto poder de polinización, motivo por el que se utilizan en agricultura intensiva. “La mayoría de picaduras se producen durante los meses de verano (mayor población de abejas y mayor exposición de las personas), aunque es habitual observar picaduras antes de esta estación. Los trabajadores de la agricultura intensiva (polinización en invernaderos) y sus familiares están expuestos casi todo el año”, concluye la experta. A tener en cuenta… • La mayoría de las picaduras se producen entre los meses de mayo y septiembre siendo julio y agosto los meses con mayor incidencia de picaduras debido a las altas temperaturas que ponen en gran actividad a estos insectos. • Estos himenópteros se alimentan de zumos, savia, néctar y, en general, de líquidos azucarados. Durante la época de calor, si bebe algún líquido azucarado, compruebe que no hay abejas o avispas en los bordes del recipiente. • No se acerque a panales de abejas ni a nidos de avispas. Si accidentalmente se acerca, retírese con movimientos lentos. • Si una abeja o avispa se posa sobre alguna parte de su anatomía no intente matarla ni espantarla; permanezca quieto o haga sólo movimientos lentos hasta que se aleje. • No manipule frutas y en general comidas al aire libre. No se acerque a los cubos de basura en la calle. • Si deja ropa en el suelo sacúdala antes de ponérsela, pues puede haber alguna avispa entre sus pliegues. • Evite caminar descalzo, así como hacerlo por huertos en floración, campos de trébol o cualquier área con abundantes flores. • Durante la época de actividad (mayo a septiembre) use ropa de colores poco llamativos y no use perfumes ni sprays para el cabello cuando salga al campo. • No pode árboles ni siegue césped o setos durante la época de actividad. • Las colisiones con estos insectos pueden causar picaduras; por lo tanto evite correr o montar a caballo, en bicicleta o en moto en áreas en que haya abundancia de flores. Un coche descapotable con el techo bajado es especialmente peligroso. • Dentro de recintos cerrados mantenga una red para atrapar cualquier insecto volador que penetre; también es útil tener un insecticida para matarles (en la guantera del coche puede ser muy útil). • Advierta a los niños de no tirar piedras o ramas a los nidos de los insectos. Para más información, Gabinete de Prensa de la SEAIC.
El término inglés «hay fever» (fiebre del heno) todavía se usa comúnmente en revistas y publicaciones científicas para referirse a la rinitis alérgica. Invito a revisores, editores y miembros de sociedades científicas a reconsiderar el uso de esta expresión, que pertenece más al lenguaje coloquial histórico que a la terminología médica precisa.
El término «fiebre del heno» se introdujo por primera vez en 1819, cuando John Bostock (1773-1848) presentó a la comunidad científica un caso que describió como una «afección periódica de los ojos y el pecho» [1]. Interpretó la afección como una variante del resfriado común que ocurría durante la cosecha del heno, atribuyendo la exposición al heno como el principal factor desencadenante. Desde entonces, el término se ha popularizado y se sigue utilizando en la actualidad. En España, el profesor Jiménez Díaz, en su obra fundamental El asma y otras enfermedades alérgicas (1931), destacó la insuficiencia de este término, señalando que en la rinitis alérgica inducida por polen (polinosis) no hay fiebre ni el heno es el único agente causal.
Una búsqueda en PubMed del término «fiebre del heno» arroja actualmente más de 16 000 resultados, y Google devuelve más de 130 000, lo que confirma que su uso sigue estando muy extendido. Sin embargo, las expresiones «fiebre del heno», «rinitis estacional» y «rinitis extrínseca» son ambiguas y carecen de la precisión científica propia del siglo XXI.
Actualmente, el consenso ARIA (Rinitis Alérgica y su Impacto en el Asma, OMS, 1999), concretamente su actualización más reciente, «Vías clínicas ARIA de nueva generación para la rinitis y el asma» [2], clasifica la rinitis alérgica según la duración y la intensidad de los síntomas. Este enfoque unificado garantiza claridad, reproducibilidad y coherencia en la comunicación científica y la investigación clínica.
En vista de estas consideraciones, propongo respetuosamente que las revistas científicas, los autores y las sociedades profesionales abandonen progresivamente el término «fiebre del heno» en favor de la terminología estandarizada «rinitis alérgica». Esto fomentará la precisión terminológica y alineará el campo con el consenso actual y la nomenclatura basada en la evidencia.
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1. Bostock J. Case of a periodical affect of the eyes and chest. Med Chir Trans. 1819;10:161–165.
2. Bousquet J, et al. Next-generation ARIA care pathways for rhinitis and asthma. Clin Transl Allergy. 2020 Jan;10:58.
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The English term “hay fever” is still commonly used in scientific journals and publications to denote allergic rhinitis. I invite reviewers, editors, and members of scientific societies to reconsider the use of this expression, which belongs more to historical vernacular than to accurate medical terminology.
The term “hay fever” was first introduced in 1819, when John Bostock (1773–1848) presented to the scientific community a case he described as a “periodical affection of the eyes and chest” [1]. He interpreted the condition as a variant of the common cold that occurred during hay harvesting, attributing hay exposure as the main triggering factor. Since that time, the term has gained widespread popularity and remains in use to this day.
In Spain, Professor Jiménez Díaz, in his seminal work El asma y otras enfermedades alérgicas (1931), emphasized the inadequacy of this term, noting that in pollen-induced allergic rhinitis (pollinosis) there is neither fever nor is hay the only causative agent.
A search in PubMed for the term “hay fever” currently yields more than 16,000 entries, and Google returns over 130,000 results, confirming that its use remains widespread. However, the expressions “hay fever,” “seasonal rhinitis,” and “extrinsic rhinitis” are ambiguous and lack the scientific precision appropriate for the 21st century.
At present, the ARIA (Allergic Rhinitis and its Impact on Asthma, WHO, 1999) consensus—specifically its most recent update, Next-generation ARIA care pathways for rhinitis and asthma [2]—classifies allergic rhinitis according to symptom duration and intensity. This unified approach ensures clarity, reproducibility, and consistency in scientific communication and clinical research.
In light of these considerations, I respectfully propose that scientific journals, authors, and professional societies progressively abandon the term “hay fever” in favor of the standardized terminology “allergic rhinitis.” Doing so will promote terminological precision and align the field with contemporary consensus and evidence-based nomenclature.
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1. Bostock J. Case of a periodical affection of the eyes and chest. Med Chir Trans. 1819;10:161–165.
2. Bousquet J, et al. Next-generation ARIA care pathways for rhinitis and asthma. Clin Transl Allergy. 2020 Jan;10:58.
Los adolescentes y adultos jóvenes alérgicos y/o asmáticos, representan un gran número de pacientes en la especialidad de Alergología. Por ello la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI) publicó en junio de 2020 unas pautas de manejo para este grupo de edad.
Este periodo de la vida es particularmente especial ya que tienen lugar numerosos cambios vitales en distintos ámbitos como educación, trabajo, viajes y establecimiento de relaciones personales más maduras. A esto se le suma el cambio de atención médica de la edad pediátrica a la adulta y una pérdida de miedo a lo desconocido, que puede conllevar un peor seguimiento médico y hospitalizaciones más frecuentes.
Por eso se recomienda una adquisición progresiva de conocimientos y habilidades sobre su enfermedad que permitan aumentar la responsabilidad en el autocuidado. Aunque está convenido que se empiece en la primera etapa de la adolescencia, este umbral ha de ser adaptado a las características del paciente: desarrollo físico y psicológico, coexistencia de varias enfermedades alérgicas, adherencia al tratamiento, circunstancias socio-económicas familiares y conocimientos sobre la enfermedad hasta ese momento.
En general se trata de:
Las recomendaciones específicas para alérgicos y asmáticos son:
Roberts, G, Vazquez‐Ortiz, M, Knibb, R, et al. EAACI Guidelines on the effective transition of adolescents and young adults with allergy and asthma. Allergy. 2020; 75: 2734– 2752.
Si quieres leer el documento completo pincha Aquí (versión sólo en inglés).
Silvia Veza Perdomo. Médico Adjunto. Hospital Universitario de Getafe. Madrid. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
La falta de una definición universalmente aceptada o unos criterios diagnósticos claros de anafilaxia ha conllevado a lo largo de estos años importantes fallos en su reconocimiento y tratamiento.
Recientemente, se ha avanzado en este sentido con el consenso de la World Allergy Organization (WAO) y 50 sociedades de alergología de diferentes países 1:
En este consenso mundial, se ha definido la anafilaxia como una reacción alérgica generalizada, grave, de inicio rápido y que puede causar la muerte. La anafilaxia grave se caracteriza por el compromiso potencialmente mortal de la vía aérea, respiratorio o cardiovascular y puede ocurrir en ausencia de síntomas cutáneos o shock circulatorio.
Además, ha simplificado los criterios diagnósticos en:
ó
La propuesta del comité de anafilaxia de la WAO consiste simplificar los criterios diagnósticos combinando los dos primeros de NIAID/FAAN y modificando el tercero, teniendo una alta probabilidad de anafilaxia si cumple al menos 1 de los 2 criterios:
1.-Inicio agudo (de minutos a varias horas) de una enfermedad con afectación simultánea de la piel, mucosas o ambos (ej. urticaria generalizada, picor, eritema, edema de labios, lengua, úvula), más al menos 1 de los siguientes:
2.- Inicio agudo (de minutos a varias horas) de hipotensión, broncoespasmo o espasmo laríngeo tras la exposición a un alérgeno conocido o probable para ese paciente, incluso en ausencia de afectación cutánea.
* Hipotensión: descenso de TAS >30% de la basal. Niños <10 años: TAS < (70 mmHg + (2 x edad en años)). Adultos y >10 años: TAS <90 mmHg.
Los agentes causales de la anafiliaxia varían en función de la edad y del área geográfica. En los primeros meses de vida la principal causa es la alergia a las proteínas de la leche de vaca, y en los niños más mayores son el huevo, los cereales y los frutos secos.
La gravedad de la anafilaxia depende de la causa, la dosis ingerida y de los cofactores, que pueden ser endógenos (sexo, edad, enfermedad cardiovascular, mastocitosis, atopia, triptasa sérica elevada, infección concomitante, estado hormonal) o exógenos (ejercicio, estrés, insomnio, alcohol, IECA, IBP, etc.).
La anafilaxia es una emergencia médica que requiere una identificación y tratamiento rápidos.
El tratamiento de primera línea es la ADRENALINA INTRAMUSCULAR. Los dispositivos denominados autoinyectores de adrenalina son fundamentales para poder aplicar de forma rápida y segura la medicación en cualquier medio. Las dosis recomendadas según edad/peso son:
* 0.01 mg/kg con dosis máxima de 0,5 mg.
El automanejo de la reacción por el paciente/padre/tutor es imprescindible: debe saber reconocer la reacción, portar el autoinyector de adrenalina y saber usarlo. Además, deberá solicitar asistencia sanitaria urgente para recibir tratamientos complementarios si fuera preciso (adrenalina, corticoide, etc.) y observación.
Se recomienda portar un plan de acción ante una anafilaxia, por escrito y específico para cada paciente (https://www.seaic.org/documentos/protocolo-de-actuacion-en-ninos-que-sufran-una-reaccion-alergica-en-la-escuela), así como recordar y entrenar periodicamente sobre el uso de los autoinyectores: “Cómo aplicar adrenalina autoinyectable en un menor” (https://www.youtube.com/watch?v=g_l7ECDN-W8&list=PLhBG2DbcGZJ-eyG1X5mGvBmfMvcJyanle&index=2).
Dra. Laura Argiz Álvarez de la Cínica Universitaria de Navarra en Madrid. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Bibliografía:
1.Cardona V, Ebisawa M, El-Gamal Y, Fernandez-Rivas M, Fineman S,et al. World allergy organization anaphylaxis guidance 2020. World Allergy Organization Journal. 2020;13:100472.
Abreviaturas:
FAAN: Food Allergy Anaphylaxis Network.
IECA: inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina.
IBP: inhibidores de la bomba de protones.
NIAID: National Institute of Allergy and Infectious Diseases.
PEF: pico del flujo espiratorio.
TAS: tension arterial sistólica.
WAO: World Allergy Organization.
Santiago de Compostela, 25-28 de octubre de 2023.
JIACI Volumen 33, Suplemento 1.
Bilbao 6-9 noviembre 2024
JIACI Volumen 34, suplemento 1
Gran Canaria, 23-26 de octubre de 2019
JIACI Volumen 29 Suplemento 1
Virtual, 5-7 de noviembre de 2020
JIACI Volumen 30 Suplemento 1
Madrid, 10-13 de noviembre de 2010
JIACI Volumen 20 Suplemento 2
Barcelona, 10-12 de noviembre de 2011
JIACI Volumen 21 Suplemento 4
Pamplona, 17-21 de octubre de 2012
JIACI Volumen 22 Suplemento 1
Granada, 14-16 de octubre de 2013
JIACI Volumen 23 Suplemento 2
Salamanca, 22-25 de octubre de 2014
JIACI Volumen 24 Suplemento 2
Sevilla, 22-24 de octubre de 2015
JIACI Volumen 25 Suplemento 2
San Sebastián, 19-22 de octubre de 2016
JIACI Volumen 26 Suplemento 1
Murcia, 26-28 de octubre de 2017
JIACI Volumen 27 Suplemento 2
Valencia, 24-27 de octubre de 2018
JIACI Volumen 28 Suplemento 2
Granada, 1-4 de octubre de 2025.
JIACI Volumen 35, Suplemento I
Zaragoza, 20-23 de octubre de 2021
JIACI Volumen 30 Suplemento 1
El propofol es un medicamento usado ampliamente en procedimientos de anestesia general para la inducción y el mantenimiento de la misma, tanto en niños como en adultos, desde 1977. En su composición, propofol, contiene aceite de soja y proteínas de huevo, por lo que en ficha técnica aparece como contraindicación de uso, la alergia a huevo o soja. Debido a que se ha visto por medio de diferentes estudios, que es extremadamente raro que los pacientes alérgicos a huevo (excepto algún caso de anafilaxia), presenten alguna reacción al administrar propofol, se ha publicado en la revista JIACI, las recomendaciones para el uso de propofol en pacientes alérgicos a huevo que son las siguientes:
-En pacientes con anafilaxia por alergia a huevo: Utilizar otro anestésico general o administrar propofol inicialmente a una dosis pequeña, y si no se produce reacción, ir aumentando la dosis hasta la dosis terapéutica.
-En pacientes alérgicos a huevo no anafilácticos: Utilizar propofol de la misma manera en que se hace a la población no alérgica a huevo.
Para más información:
J Investig Allergol Clin Immunol 2019; Vol. 29(1): 72-74 doi: 10.18176/jiaci.0337
Dra. Sara Martínez Molina. Hospital Universitario de Donostia. Comité de Alergia Infantil SEAIC.