El estudio de alergia a medicamentos incluye además de una historia clínica detallada en la que se recoge el nombre del fármaco implicado, el tipo de reacción, el tiempo transcurrido desde el episodio, etc., la realización de pruebas diagnósticas específicas:
- Pruebas cutáneas: consisten en aplicar pequeñas cantidades del fármaco en la piel, mediante punción o inyección superficial, para observar si se produce una reacción local compatible con alergia.
- Pruebas de exposición controlada: implican administrar el medicamento sospechoso en dosis progresivas, bajo estricta supervisión médica, para confirmar o descartar la alergia.
Aunque las pruebas cutáneas conllevan poco riesgo, por sí solas no suelen ser concluyentes, y deben ir acompañadas de una prueba de exposición. En caso de que exista una verdadera alergia, la paciente embarazada podría presentar una reacción grave, con riesgo vital tanto para ella como para el feto
Además del riesgo de la prueba, durante el embarazo existen cambios en el sistema inmunológico de la gestante. Se modula y adapta la respuesta protectora del organismo, cambian las células defensivas, y se reduce la inflamación, todo ello para proteger la viabilidad del feto. Estos cambios pueden alterar la fiabilidad de algunas pruebas diagnósticas, entre ellas las mencionadas en el punto anterior, tanto las cutáneas como las pruebas de exposición.
Por todo esto no se recomienda realizarlas si el fármaco sospechoso no es necesario durante la gestación. Sin embargo, existen situaciones en las que el medicamento es imprescindible y no puede sustituirse por otro sin comprometer la salud materna o fetal. Algunos ejemplos podrían ser la Penicilina en la sífilis gestacional, el Ácido acetilsalicílico (AAS) en mujeres con riesgo de preeclampsia, o la Heparina de bajo peso molecular en casos de trombofilia o síndrome antifosfolípido.
Años atrás las pecientes con estas circunstancias debían someterse a los estudios mencionados, asumiendo el riesgo de presentar una reacción alérgica y de recibir medicación para tratar la reacción contraindicada durante el embarazo. Pero, desde hace más de una década, existe una alternativa segura y eficaz, la desensibilización. Este procedimiento permite administrar el fármaco al que el paciente es alérgico. Consiste en dar el medicamento a dosis y velocidades crecientes, lo que modifica temporalmente la respuesta inmunológica del sujeto permitiendo la tolerancia. Aunque la tasa de éxito de la desensibilización es extraordinariamente alta debe realizarse en entornos hospitalarios controlados, bajo estricta monitorización y supervisión, y por personal altamente cualificado. En el caso de las gestantes, suele realizarse en UCI (unidad de cuidados intensivos) con monitorización materna y fetal.
En conclusión, no se recomienda realizar el estudio de alergia a medicamentos durante el embarazo porque :
- Las pruebas pueden inducir reacciones alérgicas graves.
- Los cambios inmunológicos del embarazo pueden alterar la fiabilidad de los resultados.
- En casos de precisar el fármaco la administración en forma de desensibilización es una alternativa segura y eficaz.
Sònia Gelis, MD, PhD.
Hospital Clínic de Barcelona