Por un cielo más seguro

La alergia es un problema de salud pública de que afecta a más de 150 millones de personas en Europa y su prevalencia va en aumento, sobre todo, en la población más joven. De todas ellas, la alergia alimentaria se sitúa como una de las alergias más frecuentes con más de 17 millones de europeos afectados, siendo de dos millones en España.

Las enfermedades alérgicas afectan en gran medida la calidad de vida de los pacientes que las padecen, limitando las actividades diarias como comer en un restaurante, ir a una fiesta o viajar, especialmente en avión por el miedo derivado de sufrir una reacción alérgica, por problemas relacionados con el transporte de su medicación o por no recibir una atención adecuada por parte del personal de la aerolínea.

Cada año, las compañías aéreas transportan en todo el mundo alrededor de 2,75 billones de pasajeros1. Muchas de estas personas padecen de enfermedades crónicas (cardiopatías, enfermedades neurológicas, enfermedades respiratorias o alérgicas) y viajar en avión supone pone un riesgo de padecer alguna emergencia médica durante el vuelo. En otras ocasiones, las urgencias médicas son incidentes que debutan de nuevo durante el viaje.

Cada año se producen hasta 44.000 emergencias médicas en vuelo, y los datos sugieren que alrededor del 17% de estos casos se transfieren a un hospital y el 4% resulta en hospitalización o muerte 1.

Las emergencias médicas en vuelo ocurren en 1 de cada 11.000 pasajeros2 o en 1 de cada 604 vuelos 3. Se proponen varias razones para explicar la incidencia de eventos médicos y alérgicos durante los vuelos. Los eventos médicos más comunes en vuelo incluyen síncope, problemas gastrointestinales y cardíacos 3,4,5.

Las reacciones alérgicas son responsables del 2-4% de todos los problemas médicos que suceden en los vuelos. Las reacciones alérgicas fueron la séptima causa más frecuente de problemas médicos y las manifestaciones dermatológicas, incluidas las erupciones cutáneas, la novena causa más común. Un análisis reciente de datos de reclamaciones a seguros de compañías médicas, reveló que éstos reclamaciones de seguro de salud por anafilaxia por alergia alimentaria habían aumentado un 377% y que los adultos requirieron atención para aproximadamente en un tercio de estos reclamaciones 6.

Existen varios factores relevantes que pueden afectar a los pacientes con enfermedades alérgicas y respiratorias cuando se viaja en avión:

-La disminución de la concentración de oxígeno en la cabina: hasta de un 25-30% más baja que al nivel del mar produciendo una ligera disminución de la concentración de oxígeno en la sangre, que va del 92 al 95%, seguida de hiperventilación compensatoria y taquicardia 7 .

-La sequedad atmosférica de la cabina entre 6 al 18% también puede irritar las membranas mucosas de la boca y el tracto respiratorio superior8 .

-La forma más común en que se desencadenan las alergias alimentarias es la ingesta del alérgeno, pero existen otras vías de exposición como el contacto con la piel o las mucosas o inhalar partículas. El hecho de que la cabina sea un habitáculo cerrado, favorece que las reacciones alérgicas que se producen por inhalación, se agraven en este medio de transporte.

En la actualidad se desconoce la incidencia real de las reacciones anafilácticas durante los vuelos porque en muchas ocasiones los síntomas no son reconocidos, porque no existen registros de las mismos o porque el paciente ha usado mediación de rescate sin notificarlo a personal de la aerolínea.

Las compañías aéreas reportan que las exacerbaciones de asma representan la patología más común y potencialmente más peligrosa para la vida durante los vuelos1. Los síntomas alérgicos más frecuentes documentados son las reacciones cutáneas (urticaria y angioedema) , respiratorias y con menor frecuencia la anafilaxia.

Las reacciones anafilácticas en los aviones se desencadenan con mayor frecuencia por alimentos, especialmente frutos secos. En segundo lugar, los medicamentos y exposición a epitelios también pueden ser causar reacciones alérgicas y muy raramente la causa son las picaduras de insectos o un insecticida en aerosol9.

Las reacciones anafilácticas inducidas por alimentos son cada vez más frecuentes. Las estrategias para reducir el riesgo de estás reacciones durante el viaje incluye la planificación temprana del viaje en avión, solicitando un   informe por parte del médico alergólogo sobre las medidas preventivas a tomar y tratamiento que se debe administrar el paciente en caso de reacción durante el vuelo.

El Comité de Alergia a Himenópteros ha confeccionado un documento en diferentes idiomas ( castellano, inglés y francés) para acreditar la necesidad de portar adrenalina en medios de transporte (avión, tren, barco)10, éstos documentos están disponible en la pagina web de la Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica (SEAIC) Descargar aquí

 

 Documento que acredita la necesidad de adrenalina autoinyectable en medios de transporte (avión/barco/tren)

 

Por otra parte, también se recomienda consultar las dudas a los departamentos médicos de la aerolínea en las que se viajan. Cada aerolínea diseña sus propios planes para prevenir las reacciones alérgicas durante el viaje, como, por ejemplo:

-Posibilidad de identificar al paciente en el momento de la reserva de avión para poder elegir en el catering menú libre de alérgenos

-Permitir embarque prioritario, para limpiar e inspeccionar el asiento y alrededores

-Protocolo de limpieza de   asientos y bandejas en “zona de amortiguamiento “(3 asientos antes y 3 asientos después del pasajero)

-Evitar almohadas o mantas

-Anuncios para informar al resto de pasajeros que viajan personas alérgicas

-Evitar refrigerios gratuitos con frutos secos (especialmente cacahuete y  nuez)

-Recolocación del pasajero alérgico a zonas más seguras si se detecta algún posible alérgeno cercano al pasajero alérgico

-Maquinas desinfectantes de manos

Sin embargo, no hay medidas generales ni estandarizadas para hacerlo y cada operador tiene sus propias recomendaciones, llegando a ser difícil su implantación ya que pueden causar molestias a algunos pasajeros que sean reacios a cumplirlas y dar lugar a mayores costes de viaje a las aerolíneas. Por otra parte, hay compañías aéreas que ni siquiera contemplan ninguna medida, lo que volar en esas compañías se convierte en una situación angustiosa y peligrosa para el paciente alérgico.

Si finalmente las medidas preventivas fracasaran y se produce una reacción alérgica, la tripulación de la aerolínea debe contactar inmediatamente con cualquier médico que se encuentre a bordo para determinar qué tratamiento debe instituirse y si el avión debe desviarse al aeropuerto más cercano.  La frecuencia desviación de aviones por razones médicas, ocurren en torno al 4,5%.

Además de los kits médicos a bordo y la capacitación especial de la tripulación en el manejo de emergencias médicas, las aerolíneas pueden tener acceso remoto a servicios médicos que pueden monitorear y dar instrucciones para el mejor tratamiento hasta que el avión llegue a un lugar donde el pasajero pueda ser tratado adecuadamente 1.

El tratamiento de urgencias médicas que debe llevar una aerolínea, es un aspecto de vital importancia, pero a menudo los recursos médicos para tratar emergencias alérgicas durante un vuelo son escasos. Los medicamentos que contiene el kit médico varían de unas compañías a otras y en ocasiones las aerolíneas no disponen de la medicación básica.

En Estados Unidos, la Administración Federal de Aviación requiere la inclusión de epinefrina en los kits médicos que se llevan a bordo11. Estos kits médicos de emergencia generalmente contienen los siguientes medicamentos 12:

 

  • Epinefrina  acuosa (adrenalina) 1: 10000 y dilución 1: 1000.
  • Albuterol (salbutamol) para nebulización.
  • Broncodilatador inhalador de aerosol.
  • Cortisol (hidrocortisona).
  • Antihistamínicos orales e inyectables (comúnmente difenhidramina).

 

Una recomendación de un grupo de expertos de la Organización Mundial de Alergia (WAO) para el tratamiento en vuelos de una reacción anafiláctica y exacerbaciones de asma, son 1:

1.-Para crisis asmáticas, broncodilatador inhalado y oxígeno. Hay que considerar un corticosteroide oral, intramuscular o intravenoso para síntomas moderados a severos y epinefrina intramuscular para síntomas severos.

2.- Para reacciones alérgicas sistémicas leve, moderada y severa, adrenalina  intramuscular 0.01 mg / kg hasta 0.5 mg de solución 1: 1000 IM en el muslo lateral anterior. Repita según sea necesario.

El uso de los viales de adrenalina, requieren una experiencia médica para pautar la dosis correcta y administrar este medicamento que salva vidas, por lo que finalmente, están ampollas, son una barrera para su uso. Los autoinyectores de adrenalina (AIA) son fáciles de usar, así que se ha propuesto reemplazar las ampollas de epinefrina del kit de emergencia de los aviones por AIA.

Existen estudios en los que se ha analizado lo que supondría llevar a cabo este cambio en la presentación de la adrenalina, llegando a la conclusión que equipar todos los aviones comerciales con autoinyectores cuesta 2,470,422 dólares / año (0.08 dólares / pasajero en riesgo), cuando se distribuye entre todos los viajeros en riesgo, lo que lleva a pensar que se trata de una medica rentable 13.

En los casos en los que el paciente esté diagnosticado de anafilaxia idiopática, hay autores que recomiendan que no viajen dentro de una semana siguiente al episodio de anafilaxia y recomiendan en adultos la administración de prednisona 40-60 mg y un antihistamínico H1 por vía oral cada mañana durante 1 semana antes del viaje 1. Esto puede ayudar a reducir la frecuencia y la gravedad de los episodios 14.

Si el vuelo esta previsto para más tiempo de 1 semana después de un episodio de anafilaxia idiopática, se debe iniciar la terapia empírica consistente en un ciclo del a prednisona en días alternos hasta el día del viaje para reducir la probabilidad de un ataque durante el vuelo 1.

En la actualidad, existe una amplia oferta de vuelos a diversos destinos y a precios cada vez más bajos, lo que facilita la adquisición de billetes y que se realizan cada vez más viajes. El incremento de personas que vuelan, facilitará la probabilidad de que aumenten las reacciones alérgicas en el futuro.

Por lo tanto, las aerolíneas, deberán estar preparados para hacer frente estas posibles reacciones durante le vuelo mediante las siguientes medidas:

  • Consulta médica para pasajeros de alto riesgo antes de viajar.
  • Promover la prevención de enfermedades alérgicas a través de la educación de los pasajeros.
  • Entrenar y reentrenar a las tripulaciones aéreas.
  • Promover medidas preventivas generales durante el vuelo: hidratación, evitación de alérgenos alimentarios (especialmente cacahuetes y nueces )
  • Proporcione un lugar apropiado para las mascotas peludas lejos de los sujetos con alergia a las mascotas
  • Proporcione cantidades suficientes de medicamentos apropiados: epinefrina (adrenalina), agonistas β2 para inhalación y nebulización, corticosteroides orales e inyectables y antihistamínicos
  • Oxigeno 15

 

Nos encontramos con una gran problemática en vuelos donde viajan pasajeros alérgicos, ya que, a día de hoy, no se disponen de protocolos ni de medidas de actuación ante reacciones alérgicas.

Por otra parte, encontramos rechazo del personal de vuelo en la administración de adrenalina, así que los equipos de tripulación deberían ser entrenados en reconocer los síntomas de la anafilaxia y en administrar AIA .

Las personas alérgicas deben llevar alimentos libres de alérgenos y medicamentos necesarios en sus viajes. Dada la alta prevalencia de alergias alimentarias tanto en niños como en adultos, y teniendo en cuenta las circunstancias únicas de los viajes aéreos, donde el tratamiento médico es limitado y de difícil acceso, las aerolíneas deben tomar conciencia de ello y crear un entorno de viaje más seguro donde todos los pasajeros puedan sentirse cómodos 6.

Los responsables de las aerolíneas, alergólogos e inmunólogos deberían trabajar de manera interdisciplinar en la elaboración de recomendaciones basadas en evidencia para prevenir reacciones alérgicas durante el vuelo. Así mismo deberían elaborarse planes de actuación concretos especialmente en caso de reacciones anafilácticas con el fin de mejorar la calidad de vida del paciente alérgico durante los viajes en avión.

Finalmente, la conciencia social sobre la importancia en las medidas de evitación en la alergia a alimentos, es fundamental para que un vuelo en avión no suponga un riesgo vital para el paciente alérgico.

 

Dra. Rocío Candón Morillo

Hospital General la Mancha Centro, Alcázar de San Juan (Ciudad Real)

Comité de Alergia infantil SEAIC – Grupo de interés anafilaxia

 

Bibliografía

1.Mario Sánchez-Borges,VictoriaCardona,MargittaWorm, Richard F. Lockey, AzizSheikh, PaulA. Greenberge,Ignacio J. Ansotegui ,MotohiroEbisawa, Yehia El-Gamal, Stanley Fineman, Mario Geller, Alexei Gonzalez-Estrada , Luciana Tanno, Bernard Y. In-flight allergic emergencies. Review Thong and on behalf of the WAO Anaphylaxis Committee.

2.Sicherer SH, Furlong TJ, DeSimone J, Sampson HA. Self-reported allergic reactions to peanut on commercial airliners. J Allergy Clin Immunol. 1999; 104:186–9.

3.Peterson DC, Martin-Gill C, Guyette FX. Outcomes of medical emergencies on commercial airline flights. N Engl J Med. 2013;368:2075–83.

4.Sand M, Bechara F-G, Sand D, Mann B. Surgical and medical emergencies on board European aircraft: A retrospective study of 10189 cases. Crit Care. 2009;13:R3.

5.- Nable JV, Tupe CL, Gehle BD, Brady WJ. In-flight medical emergencies during commercial travel. N Engl J Med. 2015;373:939–45.

6.https://blogs.scientificamerican.com/observations/the-dangers-of-flying-while-allergic/. The Dangers of Flying While Allergic.

7.American Medical Association Commission on Emergency Medical Services. Medical aspects of transportation aboard commercial aircraft. J Am Med Assoc. 1982; 217:1007–1.

8.-Goodwin T. In-flight medical emergencies: An overview. Br Med J. 2000; 321:1338–41.

9.Vanden Driessche KSJ, Sow A, Van Gompel A, Vandeurzen K. Anaphylaxis in an airplane after insecticide spraying. J Travel Med. 2010; 17:427–9.

10.https://www.seaic.org/documentos/adrenalina-en-medios-de-transporte.

11.Federal Aviation Administration (FAA), DOT. Emergency Medical Equipment: Final rule. Fed Regist. 2001; 66:19028–46.

  1. Graf J, Stüben U, Pump S. In-flight medical emergencies. Dtsch Arztebl Int. 2012; 109:591–602
  2. Marcus Shaker, MatthewGreenhawt. Cost-Effectiveness of Stock Epinephrine Autoinjectors on Commercial Aircraft. Volume 7, Issue 7, September–October 2019, Pages 2270-2276

14.Greenberger PA, Lieberman P. Idiopathic anaphylaxis. J Allergy Clin Immunol Pract. 2014; 2:243–50

15.Van Evra J, Bennet P, Wicker A. Allergic Living handy chart on the allergy policies of 13 major air carriers. Allergic Living magazine. Updated March 2016. Allergicliving.com. http://allergicliving.com/2010/08/30/comparing- airlines/. Accessed 18 Dec 2016

 

Alergia a antibióticos en niños, más que una simple etiqueta

Las reacciones adversas a medicamentos son frecuentes en los niños, con una incidencia mayor en los ingresados (9.53%) con respecto a los que siguen un tratamiento en domicilio (1.46%). De ellas, sólo una minoría se catalogan como graves (12.29%), con un porcentaje bajo de ingresos por esta causa (2.09%). En la actualidad, se considera que son un problema de salud pública.

Basándonos únicamente en las manifestaciones clínicas, a menudo es difícil distinguir entre una reacción causada por un virus o por un medicamento, pero es importante ser conscientes que la principal causa de urticaria en los niños son las infecciones virales.

Dentro del gran espectro de reacciones adversas a medicamentos en los niños, últimamente el foco de atención se está centrando en la evaluación de la alergia a antibióticos, en particular de los beta-lactámicos. La amoxicilina es el fármaco más prescrito en los niños, y por ello, el implicado en la mayoría de las reacciones, aunque sólo una pequeña parte son reacciones alérgicas. Con frecuencia la alergia a antibióticos en los niños está sobrediagnosticada.

Los factores predisponentes son la inmunosupresión, la fibrosis quística, las exposiciones previas al mismo fármaco, la duración extensa del tratamiento y la vía de administración, siendo más sensibilizantes la vía parenteral y la cutánea. Recientemente se ha descrito una fuerte asociación de los genotipos HLA-B, HLA-C y HLA-DRB1 con reacciones inmediatas y tardías con beta-lactámicos en niños. La edad, el género, y la presencia de patología alérgica no parecen ser factores de riesgo.

Para el estudio alergológico, las guías recomiendan la realización de pruebas cutáneas intraepidérmicas e intradérmicas, seguidas de la prueba de provocación oral controlada, si son negativas. Tras la realización del estudio sólo se confirma alergia en el 2-2.5% de los niños. Además, por este motivo, varios grupos de trabajo han propuesto realizar las pruebas de administración oral sin la realización de las pruebas cutáneas previas.

Ser etiquetado de “alérgico a penicilinas” tiene consecuencias adversas en la salud y en la economía. Se asocia a la prescripción de antibióticos alternativos de amplio espectro que tienen un alto riesgo de efectos adversos y aumentan el riesgo de resistencias a antibióticos, precisan ingresos hospitalarios de mayor duración y condicionan un coste de cuidados de salud mucho mayor.

Por ello, en nuestro trabajo como alergólogos es primordial la evaluación de los niños con reacciones por beta-lactámicos, por el beneficio que recibirán en la calidad de sus tratamientos futuros.

Lectura recomendada: Antibiotic Allergy in Children: More than Just a Label. Abrams E, Netchiporouk E, Miedzybrodki B, Ben-Shoshan M. Int Arch Allergy Immunol. 2019;180(2):103-112. doi: 10.1159/000501518.

María Rueda García. Alergóloga, MD, PhD. Servicio de Alergología, Hospital Quirón, Barcelona. Miembro del Comité de Alergia Infantil de la SEAIC, grupo de interés en Alergia a Medicamentos.

Inmunoterapia sublingual para alergia a cacahuete a largo plazo: evidencia de desensibilización clínica e inmunológica

Se estima que la alergia a alimentos afecta a un 6-8% de los niños y hay evidencia de un incremento global en la prevalencia. Los alimentos que con mayor frecuencia causan reacciones anafilácticas en los niños mayores son los frutos secos. Hasta hace pocos años, el tratamiento se basaba en la evitación del alimento y el tratamiento de las reacciones alérgicas. La inmunoterapia con alimentos supone una alternativa de tratamiento en pacientes con alergia persistente, aunque no está aprobado como tratamiento en la práctica clínica habitual.

La inmunoterapia sublingual podría representar, a diferencia de la inmunoterapia oral o epicutánea, una alternativa viable por su vía de administración sencilla y el buen perfil de seguridad y eficacia observado en pequeños ensayos clínicos.

En esta publicación (Long-term sublingual immunotherapy for peanut allergy in children: Clinical and immunologic evidence of desensitization. J Allergy Clin Immunol 2019;144:1320-6.) se evalúa la eficacia y seguridad de la inmunoterapia sublingual con cacahuete a largo plazo en niños de 1 a 11 años que recibieron una dosis de mantenimiento de 2 mg/d de proteína de cacahuete durante 5 años. Los criterios de inclusión eran los siguientes: niños de 1 a 11 años, con anamnesis de reacción tras ingesta de cacahuete e IgE específica de 7 KU/L o mayor.

Treinta y siete de los cuarenta y ocho pacientes (77,1%) completaron el estudio y once (22,9%) abandonaron antes de finalizar.

Hubo reacción en 4,78% de las dosis. La mayoría de los síntomas se resolvieron espontáneamente y solo un 0,21% requirió tratamiento con antihistamínicos, no requiriendo el uso de adrenalina en ninguno de los casos. El prurito orolingual fue el síntoma más frecuente (3,6% de las dosis), y fue disminuyendo con las siguientes dosis. El edema labial se reportó en un 0,15% de las dosis y los síntomas gastrointestinales en 0,3% de las dosis.

El 67% de los sujetos toleraron al menos 750 mg de proteína de cacahuete, un 48% toleraron al menos 1750 mg y un 35% toleraron 2750 mg o más. Doce de los cuarenta y ocho sujetos (25%) tuvieron una prueba de provocación controlada negativa con 5000 mg de cacahuete. Tras un período de evitación de 2-4 semanas, diez de los doce sujetos tuvieron una prueba de provocación negativa, demostrando tolerancia permanente.

La media de la reactividad cutánea para los diez pacientes que demostraron tolerancia permanente fue de 11,5 mm al inicio del estudio, al finalizar el tratamiento dicha reactividad cutánea se redujo a 5,8 mm.

El nivel basal de IgE específica a cacahuete para los diez pacientes con una prueba de provocación oral negativa fue de media 28 KU/L y al finalizar el tratamiento la media de IgE específica fue de 7,8 KU/L.

Para los diez pacientes que alcanzan tolerancia permanente los niveles basales de IgG4 fueron de 0,4 mg/L y al finalizar el estudio se incrementan a 10,9 mg/L.

También se redujo de forma significativa el test de activación de basófilos al finalizar el estudio, comparativamente con el basal.

Entre los posibles sesgos del estudio destacar la falta de un grupo placebo control y la no realización de una prueba de exposición controlada al inicio del estudio.

En este estudio el tratamiento con inmunoterapia sublingual durante 5 años alcanzó desensibilización clínicamente significativa en la mayoría de los pacientes alérgicos a cacahuete compensado con una fácil administración y un favorable perfil de seguridad.

 

Dra. Sandra Blanco Bermejo

Hospital Universitario Infanta Elena

Comité de Alergia Infantil SEAIC

Atención del niño alérgico en Urgencias: El Papel del Triaje

Cuando diagnosticamos a un paciente de anafilaxia, le indicamos una serie de medidas de actuación en caso de que presente un nuevo episodio que incluyen la autoadministración de adrenalina y la necesidad de acudir a un centro médico para ser evaluado y tratado. Es más, asumimos que ese paciente será atendido correcta y rápidamente en Urgencias.

Somos poco conscientes del papel que han cobrado los sistemas de Triaje en la mayoría de los servicios de urgencias para hacer frente a la creciente presión asistencial. En los últimos 25 años se han implantado progresivamente múltiples sistemas de triaje hospitalario1, en base a los que se decide cuándo (tiempo de espera), quién (según la organización propia del centro) y dónde (Consulta o Sala de Exploración, Sala de Reanimación…) se atiende a los pacientes. La sala de triaje es donde debe identificarse al paciente con anafilaxia.

Nuestro hospital utiliza el Canadian Paediatric E.D. TRIAGE and Acuity Scale (PaedCTAS)2, con 5 posibles niveles de prioridad (I: Reanimación, de atención inmediata; II: Emergencia, con un tiempo de espera de atención inferior a 15 minutos; III: Urgencia, con un tiempo de espera de unos 30 minutos; IV: Semi urgencia, con tiempo de espera de 1 hora y finalmente, la No Urgencia, con una espera de hasta 2 horas). Estos tiempos recomendados para atender a los pacientes se cumplen en mejor o en peor medida según la afluencia. Según este sistema de triaje una anafilaxia es una patología de prioridad I.

Nos planteamos evaluar la calidad del triaje del niño alérgico a raíz del comentario de un paciente en la Consulta. Nuestro paciente, con anafilaxia previa por alergia a alimentos, siguió todos los pasos indicados en consulta y en su informe clínico, incluidos el uso de su autoinyector y traslado a Urgencias de nuestro hospital. Una vez allí, y tras el triaje, se le envió a la Sala de Espera y fue dado de alta en menos de 2 horas.

Al evaluar triaje en urgencias de pediatría de otros niños atendidos por alergia encontramos que más de la mitad de los niños con diagnóstico de anafilaxia habían recibido una prioridad III (categoría: urgente; prioridad intermedia; tiempo de espera estimado: 30 minutos). En la práctica, una prioridad intermedia supone esperar en la Sala de Espera el mismo tiempo que niños con enfermedades tan frecuentes como la fiebre, gastroenteritis y bronquiolitis. En periodos epidémicos esto se traduce en retrasos de horas por el gran aumento de la demanda asistencial. Además, este retraso podría condicionar peor respuesta a la adrenalina (por su administración más tardía), y aumentar el riesgo de mortalidad. En nuestro centro Sólo un caso de cada 3 fue identificado correctamente como prioridad I-II3.

El siguiente paso fue proponer medidas de mejora de 2 tipos:

  • Formación del personal de enfermería que realiza labores de Triaje: Se destacaron la importancia del tiempo de evolución y la duración de síntomas, la importancia de la anamnesis obtenida de los padres sobre la apariencia del paciente al llegar a Urgencias….
  • Modificaciones en el propio Sistema de Triaje (no fue posible la implementación de modificaciones en el Soporte informático, por lo que se introdujo material de apoyo (chuleta) al personal encargado del triaje): Se destacó la importancia de la afectación multisistémica, la prescripción y/o el uso de dispositivos de adrenalina autoinyectable y la duración de síntomas.

Al reevaluar el funcionamiento de nuestra urgencia 12 meses después de estas medidas, encontramos que el número de niños correctamente triados había pasado del 36.2 % al 72.2 % y lo que es más importante, que el tiempo de espera medio se había reducido de 8 min a 1 min. También se observaron modificaciones en la ubicación de los pacientes, que, en lugar de ser enviados a la sala de espera, quedaron en observación4.

Nuestros resultados no son extrapolables a otros hospitales dado que en nuestro país se utilizan varios sistemas de triaje distintos, incluyendo, entre otros, el Sistema Canadiense de Triaje Pediátrico, Sistema Estructurado de Triaje-Modelo Andorrano de Triaje, Sistema Manchester de Triaje5. Cada uno de estos sistemas consta de procesos propios en su aplicación e idiosincrasia a la hora de gestionar la prioridad de los pacientes y de las patologías. Además, precisan de formación específica para su aplicación.

 Como alergólogos:

  • Debemos ser conscientes de que el triaje del servicio de urgencias es clave para que el paciente diagnosticado de anafilaxia reciba el tratamiento adecuado en el momento preciso.
  • Deberíamos conocer el sistema de triaje que se utiliza en nuestros hospitales y saber si tiene (o no) problemas en la identificación de los pacientes con anafilaxia.
  • Debemos colaborar con el personal de urgencias para, desde nuestro conocimiento de las peculiaridades de la anafilaxia, proponer medidas de mejora que faciliten la identificación precoz y por tanto, la atención correcta de los pacientes.

Dra. Esozia Arroabarren Alemán, Servicio de Alergia, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona. Comité de Alergia Infantil SEAIC

Bibliografía

  1. Mínguez Navarro MC, Guerrero Márquez G, Ignacio Cerro MC, editores. Manual de Clasificación y Triage del paciente Pediátrico en Urgencias. Primera  Edición. Majadahonda (Madrid): Ergon; 2015.
  2. Warren DW, Jarvis A, LeBlanc L, Gravel J; CTAS National Working Group; Canadian Association of Emergency Physicians; National Emergency Nurses Affiliation; Association des Médecins d’Urgence du Québec; Canadian Paediatric Society; Society of Rural Physicians of Canada. Revisions to the Canadian Triage and Acuity Scale paediatric guidelines (PaedCTAS). CJEM. 2008; 10(3):224-43.
  3. Arroabarren E, Alvarez-Garcia J, Anda M, de Prada M, Ponce MC, Palacios M. Quality of the Triage of Children With anaphylaxis at the Emergency Department. Pediatr Emerg Care. 2018 May 15. doi: 10.1097/PEC.0000000000001442
  4. Arroabarren E, Alvarez-García J, Anda M, de Prada M, Ponce C, Alvarez-Puebla MJ. Impact of specific training in anaphylaxis of the Triage nursing staff in a Tertiary Hospital’s Paediatric Emergency Department.  J Investig Allergol Clin Immunol. 2018 May 2:0. doi: 10.18176/jiaci.0271.
  5. https://www.aetsa.org/download/publicaciones/antiguas/AETSA_2011-4_Triage_def.pdf (ultimo acceso: junio 2019)

 

 

Alergia alimentaria y seguridad: ¿Qué pasa con las trazas?

Las trazas alimentarias es un tema recurrente y difícil que ya hemos comentado en otras entradas del blog.

La definición de traza se estableció por el Real Decreto 1245/2008: “no serán de declaración obligatoria en el etiquetado aquellos alimentos que estén por debajo del 2% del producto final, salvo las excepciones de los alimentos que producen alergia con más frecuencia”.  Estos alimentos alergénicos han sido establecidos posteriormente por el reglamento europeo 1169/2011, anexo II : leche, huevo, pescados, crustáceos, moluscos, frutos secos, cacahuete, soja, sésamo, mostaza, apio, cereales y apio.

Según este mismo reglamento, “la Unión Europea debe contribuir a lograr un alto nivel de protección de la salud de los consumidores, así como la libre circulación de alimentos seguros y saludables.”

Pues bien, gracias a recientes estudios publicados, la forma de conseguirlo para los pacientes alérgicos, puede no ser tan complicada.

En Australia, gracias al estudio VITAL 2.0 publicado en 2014 (1), han establecido una dosis con la que se espera que sólo el 1% de los pacientes alérgicos a ese alimento reaccione. El cálculo está basado en 55 estudios de pruebas de tolerancia oral alimentaria en su país. Han conseguido establecer la dosis para los siguientes alimentos: 0.2 mg de proteína de cacahuete, 0.1 mg de proteína de leche, 0.03 mg para huevo y 0.1 mg para avellana.

Gracias a un método publicado en un estudio en The Journal of Allergy and Clinical Immunology Agosto 2019 (2) y desarrollado por Netherlands Organisation for Applied Scientific Research (TNO) y The Food Allergy Research and Resource Program (FARRP) en la Universidad de Nebraska-Lincoln; podemos ser capaces de estandarizar el valor de las trazas para cada alimento en nuestra población.

Consiste en aprovechar las pruebas de tolerancia oral realizadas en la práctica clínica habitual no sólo para comprobar si el paciente es alérgico o no, si no también para calcular la dosis a la que el 1% o el 5% de los pacientes alérgicos a un alimento concreto reaccionaría.

Para realizar este cálculo, para cada sujeto alérgico a un alimento en una prueba de tolerancia debemos recoger la dosis máxima tolerable y la dosis mínima que produce una reacción. Ambas dosis se pueden calcular gracias a las directrices con ejemplos que ofrece el artículo en las tablas adjuntas (en función de síntomas objetivos o subjetivos, dosis entre síntomas etc.), directrices estipuladas tras realizar pruebas de tolerancia a lo largo de 20 años.

Para una correcta estimación de las distribuciones de dosis umbral basadas en la población, para cada alérgeno se necesitaría una muestra representativa de al menos 20 o 30, pero idealmente 60 pacientes.

Éste proceso ya ha sido llevado a la práctica con el cacahuete por el Dr. Hourihane en Irlanda (3), lo que le permitió calcular la dosis a la que se espera que el 5% de los pacientes alérgicos a cacahuete reaccionen (ED05). En un segundo paso, realizó una prueba de tolerancia oral abierta a 387 pacientes alérgicos a cacahuete (sin selección previa) con una única dosis igual a la ED05 calculada de cacahuete. El resultado fue que sólo 8 de 387 pacientes reaccionaron a esa dosis (es decir, 2.1% en vez del 5% esperado), concluyendo que el método es suficientemente conservador para establecer medidas poblacionales de control de riesgo.

“La legislación sobre información alimentaria debe proporcionar flexibilidad suficiente para mantenerse al día sobre las nuevas exigencias informativas de los consumidores y garantizar el equilibrio entre la protección del mercado interior y las diferencias en la percepción de los consumidores de los Estados miembros.” dice el reglamento anteriormente citado.

Nosotros creemos que con este nuevo estudio, podríamos encontrar puntos de corte para cada alérgeno en la población española. Proporcionando estos datos al Ministerio, podría ajustarse la definición de “traza alimentaria” al menos para los alérgenos más prevalentes (leche, huevo, frutos secos…) y modificar las etiquetas de los productos que se comercialicen en España. Así conseguiríamos que nuestros pacientes alérgicos estén protegidos y sepan exactamente qué alimentos pueden consumir con seguridad.

“Los mayores logros de la humanidad han ocurrido por hablar y sus mayores fracasos, por no hablar” – Stephen hawking

 “Me enseñaron que el camino del progreso no es ni rápido ni fácil” – Marie Curie

Laura Arguiz Álvarez

Comité de Alergia Infantil. SEAIC

  1. Allen KJ, Remington BC, Baumert JL, Crevel RWRR, Houben GF, Brooke-taylor S, et al. Allergen reference doses for precautionary labeling (VITAL 2.0): Clinical implications. J Allergy Clin Immunol [Internet]. 2014;133:156–64. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.jaci.2013.06.042
  2. Westerhout J, Baumert JL, Blom WM, Allen KJ, Ballmer-Weber B, Crevel RWR, et al. Deriving individual threshold doses from clinical food challenge data for population risk assessment of food allergens. J Allergy Clin Immunol. 2019 Aug. doi: 10.1016/j.jaci.2019.07.046
  3. Hourihane JO, Allen KJ, Shreffler WG, Dunngalvin G, Nordlee JA, Zurzolo GA, et al. Peanut Allergen Threshold Study (PATS): Novel single-dose oral food challenge study to validate eliciting doses in children with peanut allergy. J Allergy Clin Immunol [Internet]. 2017 [cited 2017 Feb 27];139:1583–90.

El impacto emocional del diagnóstico de anafilaxia por alimentos en población infantil y cómo influye la ansiedad de los padres al transmitirla a sus hijos. Parte II: Consecuencias del diagnóstico y posibles estrategias de abordaje dirigidas a modificar la percepción familiar del mismo.

Tras la evaluación previa de los agentes agravantes y probables desencadenantes de sobrecarga psíquica familiar en torno a este diagnóstico (Parte I), abordaremos las consecuencias que se generan y las posibles herramientas de mejora.

 

Consecuencias frecuentemente generadas:

  • Mayor sobreprotección y favoritismo hacia el hijo alérgico en contraposición a los demás. La obsesión e hiperpreocupación familiar derivan en mayor inseguridad a la hora de educar.
  • Síndrome de alienación parental. Los hijos cuyos padres están separados o divorciados con una relación de hostilidad latente entre ellos, influye inexorablemente en los hijos. En ocasiones, una nueva reacción en el domicilio de uno de ellos es usado en contra por el otro progenitor, manipulando a veces lo sucedido y creando disputas por la custodia de la descendencia.
  • Falta de confianza de los familiares sobre la capacidad de manejo de reacciones en la escuela. Incluso se llega a optar por un cambio de colegio por no disponer de protocolos de atención ante reacciones alérgicas. Aún hoy existen diferencias entre Comunidades Autónomas a pesar de la aprobación del “Documento de consenso sobre recomendaciones para una escolarización segura del alumnado alérgico a alimentos y/o látex”.
  • Cuanto más comorbilidades alérgicas coincidan, peor. El estrés y la ansiedad sufrida no es exclusiva de la alergia alimentaria sino que es extrapolable a otras enfermedades alérgicas tales como la dermatitis atópica o el asma.
  • Las transgresiones alimentarias, una mala evolución incluso un aumento de la IgE específica frente al alimento, se traducen en sentimientos de culpabilidad de los padres.
  • Llama la atención que existan tantos casos en los que se prefiere seguir evitando el alimento por temor a la reproducción de una nueva reacción a pesar de haberse demostrado su tolerancia mediante una provocación oral controlada en medio hospitalario.
  • Aislamiento y exclusión social de los niños alérgicos al comer en un lugar apartado en su centro escolar. Se infravalora cómo merma la autoestima de aquellos niños que son sometidos a esta diferencia.
  • A pesar de todo esto, es sorprendente la madurez y el control que los niños tienen a una edad temprana a la hora de detectar qué alimentos tienen prohibidos, mostrando una gran responsabilidad y conciencia de su patología.

Por otro lado, a continuación pueden describirse una serie de intervenciones cuya intención final pretende reducir el miedo exagerado y mejorar la calidad de vida del paciente.

  • Mostrar empatía, escuchar y asegurar que el paciente y su familia hayan comprendido toda la información dada.
  • Necesidad de un correcto diagnóstico con el fin de conocer y no evitar innecesariamente grupos de alimentos enteros.
  • Reforzar el optimismo en el núcleo familiar al conocer las instrucciones de evitación y entrenamiento previo para el manejo del uso del autoinyector de adrenalina en caso de un evento de anafilaxia.
  • Consejos dietéticos para eludir el comportamiento neofóbico a la hora de introducir o rechazar alimentos nuevos por recelo, para así, evitar adquirir una relación aversiva con la comida.
  • Un etiquetado alimentario correcto, conciso y claro.
  • Talleres, encuentros, jornadas y campamentos organizados por iniciativa de las Asociaciones de pacientes.
  • Informar, educar y formar a todos los miembros del entorno familiar, así como a educadores y personal de todos los centro educativos.
  • Vivir el diagnóstico con normalidad sin bajar la guardia, evitando mostrar una tensión constante desmedida, encontrando el equilibrio entre obsesión y dejadez, asegurando siempre una protección adecuada.

 

Pese a las limitaciones de tiempo en las consultas, es importante que los médicos nos ganemos la confianza del paciente, lo que llevará siempre a un mejor cumplimiento de los consejos y tratamientos que se prescriban y una mayor seguridad para el paciente ante los potenciales riesgos de sufrir una nueva reacción.

En conclusión, intentemos mirar a los ojos al paciente y a su familia y sentar una buena comunicación que profundice en la empatía, la transferencia, abarque los aspectos emocionales y establezca esas relaciones humanas; pues no debemos olvidar que el médico trata enfermos, no simplemente enfermedades.

 

Dra. Talía María de Vicente Jiménez

Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, Madrid

Comité de Alergia infantil SEAIC – Grupo de interés anafilaxia

El impacto emocional del diagnóstico de anafilaxia por alimentos en población infantil y cómo influye la ansiedad de los padres al transmitirla a sus hijos. Parte I: Análisis de la situación, factores desencadenantes y potenciales agravantes.

“Curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre”.

“Guérir quelquefois, soulager souvent, consoler toujours”.

Es un famoso aforismo atribuido al psicólogo Claude Bernard que empleó de epitafio el Dr. Edward Trudeau y utilizaba con frecuencia el médico francés Adolphe Gubler. Estos célebres clínicos del siglo XIX apostaban por la relación médico-paciente como base.

Recuperando la esencia de esta relación medico-paciente, como especialistas en Alergología infantil nos enfrentamos a diario ante nuevos diagnósticos que trascienden lo meramente inmunológico para abarcar también el plano psicológico.

Haber vivido una anafilaxia en el entorno familiar puede tener un impacto psicológico significativo, pudiendo generar tal sobrecarga psíquica a diferentes niveles que afecta habitualmente el funcionamiento social, académico y la salud emocional del infante. En multitud de casos esta aflicción es transferida en gran medida de padres a hijos.

Un estudio publicado en The Journal of Paediatrics and Child Health acerca de los factores que suponen una carga parental en niños alérgicos a alimentos en Australia concluye, tras examinar cuestionarios de seguimiento, que alrededor del 65% de los participantes aseguró que la prescripción del autoinyector de adrenalina no supuso un empeoramiento en la calidad de vida del paciente ni en la libertad familiar. Sin embargo, al considerar factores tales como la gravedad de la alergia alimentaria, el número de alimentos a los que se es alérgico, así como haber sufrido dos o más episodios de anafilaxia en los últimos seis meses, se confirmaba un mayor impacto familiar en el control de la alergia que la prescripción de adrenalina por sí misma.

En esta línea, el Dr. Eyal Shemesh, Jefe de la División de Comportamiento Social del Departamento de Psiquiatría Pediátrica del Hospital Mount Sinaí de Nueva York, publicó recientemente en The Journal of Allergy and Clinical Immunology: In Practice un artículo sobre la importancia de las intervenciones psicológicas relacionadas con la alergia alimentaria, de recomendable lectura.

En esta revisión proporciona una visión general de las preocupaciones psicosociales comunes entre los niños con alergia alimentaria y sus familias en todo el espectro del desarrollo y ofrece orientación a los médicos con respecto a la identificación y el tratamiento de los desafíos psicosociales relacionados.

Resumiendo a grandes rasgos la literatura científica acerca de este tema, se pueden concluir como agravantes y potenciales desencadenantes de ansiedad los siguientes elementos:

  • Un mayor número de alimentos a los que el paciente está sensibilizado aumenta potencialmente el temor ante una nueva reacción.
  • Aquellos niños que han experimentado una anafilaxia suelen describir su enfermedad como más grave, reconocen mayor preocupación a diferencia de los jóvenes alérgicos que nunca habían sufrido una. Asimismo, a mayor número de anafilaxias ocurridas, mayor preocupación.
  • La manipulación de alimentos y utensilios de cocina en el domicilio e incluso las muestras de afectividad al individuo alérgico tras contacto con el alimento prohibido, pueden recrear una nueva reacción.
  • Etiquetados poco claros suponen un estrés añadido familiar a la hora de comprar nuevos productos. Ante la obligación de declarar los etiquetados, la industria alimentaria a veces opta por el “puede contener” para evadir incidencias legales.
  • Nutrición deficitaria. Toda restricción dietética crea un miedo desproporcionado a un insuficiente aporte nutritivo. Como consecuencia, los niños siguen dietas monótonas y rutinarias con las que se sientes cómodos.
  • El miedo a la introducción de alimentos nuevos, descrita como neofobia a alimentos, desencadena manías y rituales obsesivos con la alimentación. El término de trastorno de alimentación selectiva fue introducido en el DSM 5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría).
  • Incremento de la carga económica familiar.
  • Fiestas de cumpleaños, eventos sociales, visitas a amigos, comidas fuera de domicilio suponen un sobreesfuerzo y una amenaza para adaptarse y enfrentar el miedo.

 

En la segunda parte de este artículo estudiaremos las consecuencias implícitas de los factores anteriores. Asimismo, se evaluarán las habilidades que pueden enfocar al profesional o familiar del paciente para enfrentarse de la mejor manera posible a estos casos.

Dra. Talía María de Vicente Jiménez

Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, Madrid

Comité de Alergia infantil SEAIC – Grupo de interés anafilaxia

Recomendaciones de uso de propofol en pacientes alérgicos a huevo.

El propofol es un medicamento usado ampliamente en procedimientos de anestesia general para la inducción y el mantenimiento de la misma,  tanto en niños como en adultos, desde 1977. En su composición, propofol,  contiene aceite de soja y proteínas de huevo, por lo que en ficha técnica aparece como contraindicación de uso, la alergia a huevo o soja. Debido a que se ha visto por medio de diferentes estudios, que es extremadamente raro que los pacientes alérgicos a huevo (excepto algún caso de anafilaxia), presenten alguna reacción al administrar propofol, se ha publicado en la revista JIACI,  las recomendaciones para el uso de propofol en pacientes alérgicos a huevo que son las siguientes:

-En pacientes con anafilaxia por alergia a huevo: Utilizar otro anestésico general o administrar propofol inicialmente a una dosis pequeña, y si no se produce reacción,  ir aumentando la dosis hasta la dosis terapéutica.

-En pacientes alérgicos a huevo no anafilácticos: Utilizar propofol de la misma manera en que se hace a la población no alérgica a huevo.

 

Para más información:

 

J Investig Allergol Clin Immunol 2019; Vol. 29(1): 72-74 doi: 10.18176/jiaci.0337

 

Dra. Sara Martínez Molina. Hospital Universitario de Donostia. Comité de Alergia Infantil SEAIC.

 

 

Obesidad, dieta y asma infantil.

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. Es un problema a nivel mundial cuya prevalencia está aumentando a un ritmo alarmante. Este incremento de la prevalencia de obesidad en niños y en modo paralelo una incidencia cada vez mayor en los mismos de asma han motivado el planteamiento de que ambos procesos pudieran estar relacionados. Diversos estudios han demostrado un efecto de temporalidad entre estados obesogénicos y el posterior desarrollo de asma y de igual modo un efecto de dosis-respuesta, estableciéndose una relación directa entre el grado de obesidad y la severidad con la que cursa el asma.

El asma relacionado con la obesidad pediátrica causa una gran carga de enfermedad y se asocia con anomalías metabólicas. La mala calidad de la dieta, a su vez, parece estar relacionada con el asma, sin embargo, la asociación entre el estado nutricional y la carga de la enfermedad entre los niños con asma relacionada con la obesidad no se conoce bien.

En el estudio de Tobias et al1 se plantea valorar el estado nutricional, definido como concentraciones de carotenoides séricos y ácidos grasos omega-3, y su asociación con la función pulmonar y los marcadores metabólicos entre los niños asmáticos obesos.

Se cuantificaron los carotenoides y ácidos grasos séricos en una cohorte de estudio de 158 adolescentes de minorías urbanas, incluyendo 39 asmáticos obesos, 39 asmáticos con peso saludable, 38 controles obesos y 42 controles con peso saludable y comparados entre los grupos. Se correlacionaron los niveles de carotenoides y ácidos grasos con los índices de función pulmonar y con la resistencia a la insulina y la dislipidemia.

Como resultados se obtuvieron que la media de carotenoides totales fue más baja en niños asmáticos obesos (0,41 μg/ml) frente a asmáticos con un peso inferior al saludable (0,52 μg/ml, p <0,05) y a los controles de peso saludable (0,60 μg/ml, p <0,001). La proporción de ácidos grasos poliinsaturados omega-6/omega-3 también fue distinta entre los grupos (p <0.05) correlacionándose de forma inversa con el pronosticado en los niños asmáticos obesos.

Los carotenoides totales se correlacionaron positivamente con el porcentaje de FEV1 predicho y se correlacionaron inversamente con la resistencia a la insulina sólo entre los asmáticos obesos

En definitiva, estos hallazgos sugieren que los carotenoides, que son más bajos en niños asmáticos obesos, pueden tener efectos protectores sobre la salud metabólica y la función pulmonar y de manera similar, los ácidos grasos omega-3 también parecen ser protectores de la función pulmonar.

Sería deseable y necesario poner en marcha estudios que profundizasen y aclarasen los entresijos aún por conocer de la relación existente entre la obesidad y las alteraciones respiratorias como el asma. Desde una temprana edad seria necesario inculcar a los niños una dieta saludable con el fin de prevenir enfermedades crónicas futuras, entre ellas, el asma bronquial. Además, resultará igualmente necesario establecer colaboraciones entre los profesionales de las distintas especialidades (Endocrinología, Cardiología, etc.), todo ello orientado a poner en marcha programas de acción y prevención coordinados.

1.-Tobias TAM, Wood LG, Rastogi D. Carotenoids, fatty acids, and disease burden in obese minority adolescents with asthma. Clin Exp Allergy. 2019 Mar 25.

Margarita Tomás Pérez. Médico Adjunto Alergología Hospital General Universitario La Paz. Madrid.  Comité de Alergia Infantil SEAIC.

Factores de riesgo para el desarrollo de asma en la edad escolar

Durante los últimos años, el estudio de los factores de riesgo que pueden influir en el desarrollo del asma ha sido un tema candente en esta enfermedad. No obstante, si hacemos una revisión exhaustiva de la literatura, los trabajos publicados hasta el momento sobre este tema en población pediátrica de nuestra área geográfica, son escasos. Es por este motivo, que desde la Unidad de Alergología Pediátrica del Hospital Universitario Vall d’Hebron, decidimos diseñar un estudio caso-control para determinar aquellos factores que podían influir en el desarrollo y la gravedad del asma. El trabajo ha sido recientemente publicado en la revista “Pediatria Catalana” (revista de libre acceso). A continuación expondré brevemente el contenido del artículo:

Los avances médicos durante las últimas décadas han permitido mejorar la clasificación etiopatogénica y el manejo clínico del asma. Pero a pesar de esto, su incidencia ha seguido en aumento, sobre todo en los países industrializados y en vías de desarrollo, convirtiéndose en un desafío médico mundial. Es obvio que un incremento de prevalencia en poblaciones genéticamente estables ha de ser consecuencia de cambios medioambientales.  Por todo ello es necesario conocer aquellos factores que puedan influir en la patogenia de la enfermedad  y  desarrollar estrategias preventivas. De este modo, el objetivo del estudio presentado fue valorar la influencia de factores de riesgo conocidos del asma y su gravedad en una población pediátrica del área mediterránea, mediante un estudio caso-control.

Se incluyeron 107 pacientes asmáticos de  edad media  9 años y predominio masculino [62,6% (n=67)] y 32 controles sanos de edad media 10 años y predominio también masculino [59,3% (n=19)]. El rango de edad fue entre 4 y 14 años en ambos grupos. Respecto a los resultados, destacar que no se encontraron asociaciones estadísticamente significativas entre el género, la edad o la gravedad del asma; pero sí que se objetivó que las edades de entre cinco y seis años fueron las que mostraron un mayor porcentaje de asma persistente.

La comparación de los factores de riesgo de desarrollo de asma con el grupo control mostró como única diferencia estadísticamente significativa el antecedente de sibilantes recurrentes los primeros 3 años de vida (p<0,001). También se objetivó una asociación estadísticamente significativa entre el asma persistente moderada o grave y los antecedentes de sibilantes recurrentes los primeros 3 años de vida (p<0,001), antecedentes de bronquiolitis por Virus Respiratorio Sincitial (VRS) (p<0,05) y antecedentes de criterios del Índice Predictivo de Asma (API) positivos (p<0,001). Estos resultados están en conjunción con otros trabajos publicados recientemente en los que relacionan las bronquiolitis y los sibilantes recurrentes el primer año de vida con estilos de vida modificables, como  tener hermanos en edad escolar e ir a la guardería, del mismo modo que la guía Global Initiative for Asthma (GINA) sugiere que un niño con episodios de sibilantes recurrentes, de mayor duración e inducidos por el ejercicio, tienen una mayor probabilidad de tener asma. No obstante, estos datos contrastarían con algunos estudios publicados previamente que habían identificado las infecciones de repetición no específicas en la primera infancia como factor protector del asma.

Otro dato importante a considerar en este estudio es el peor control de la enfermedad en población asmática de 5-7 años, hecho que podría estar relacionado con una mayor repercusión de las infecciones víricas a esta edad. Del mismo modo, la sensibilización a ácaros del polvo y a epitelios se asoció también a un mal control de la enfermedad y la sensibilización a esporas de hongos se asoció a una forma más grave de asma (p<0,05). En conclusión, se debe prestar una especial atención a los niños con asma en edad escolar y antecedentes de bronquiolitis por VRS, sibilantes de repetición los tres primeros años de vida y a aquellos con sensibilización a esporas de hongos, ya que pueden presentar una forma más grave de asma que precise un seguimiento más estrecho y tratamiento más intenso.

 

Encontrarán el resumen del artículo en tres idiomas (catalán, español e inglés). El artículo original está íntegramente escrito en lengua catalana. Por este motivo y dada la relevancia de los datos que contiene para todos los profesionales especialistas que se dedican al campo de la alergia y el asma pediátricas y, como autora de correspondencia del mismo, he creído oportuno, hacer una traducción del artículo a lengua española para que pueda llegar a un mayor número de profesionales de la salud. Deseo pues que puedan sacar el máximo partido posible a la lectura de este artículo, desarrollado en población escolar del área del mediterránea, y, por tanto, extrapolable a buena parte de nuestro territorio.

Dra. Teresa Garriga Baraut, MD, PhD

 

Miembro del Comité de Alergia Infantil (CAI) de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Facultativa Especialista Adjunta | Servicio de Pediatría/Sección de Alergia Pediátrica, Pneumología Pediátrica y Fibrosis quística/ Unidad de Alergología Pediátrica. Hospital Universitari Vall d’Hebron. Investigadora del grupo de investigación “Crecimiento y Desarrollo” VHIR Vall d’Hebron.

Así se cuela la alergia a los alimentos en las medicinas

La alergia a alimentos afecta en torno al 8% de los menores de 14 años. Cuando se diagnostica a un paciente de alergia a alimentos, se adiestra a los padres en el reconocimiento de los alergenos a los que su hijo/a es alérgico aprendiendo a leer el etiquetado de los diferentes alimentos, pero los alergólogos muchas veces olvidamos advertir a los padres, de la posibilidad, de encontrar alergenos alimentarios, en las medicinas que administramos a nuestros hijos.

El artículo de El País, (artículo completo) comienza relatando el caso clínico de Clara, una paciente con alergia a las proteínas de la leche de vaca. Por eso, lo primero que hicieron sus padres antes de administrarle una ampolla para la anemia, fue leer la composición del medicamento. Como no encontraron ninguna mención a la caseína, leche de vaca, o proteínas lácticas, no dudaron en dárselo, convencidos de estar ayudándola. Pero la reacción anafiláctica, no tardó en llegar. Su error fue no leer el prospecto hasta el final: más abajo, y poco destacado, el texto sí recogía la contraindicación. El fármaco contiene proteína de la leche porque, cuando se añade al hierro, mejora la tolerancia digestiva y el sabor del medicamento, además de favorecer su absorción en el organismo.

Recientemente se publicó en Science Translational Medicine, 13 de marzo de 2019, vol 11, issue 483, un trabajo titulado “Inactive ingredients in oral medications”, llevado a cabo entre los especialistas del Hospital Brigham and Women´s de Boston y el Instituto Tecnológico de Massachusetts. El estudio refiere que solo en los 42.052 medicamentos por vía oral analizados en el trabajo, hay 354.597 ingredientes inactivos, y 38 de esos ingredientes, podría generar algún tipo de reacción adversa. Identificarlos por parte del consumidor, puede ser un problema de primer orden para quienes tienen alguna alergia alimentaria.

Las sustancias que desencadenan la reacción alérgica pueden estar presentes en las dos partes que componen los medicamentos: el principio activo y los excipientes.

El problema para los pacientes con alergia a alimentos, es que, mientras es obligatorio que los fabricantes declaren la composición completa del principio activo en los prospectos y en la ficha técnica de los medicamentos, no existe la misma obligación para los excipientes (y son muchas las sustancias potencialmente alérgicas que forman o pueden formar parte de ellos, como las proteínas lácteas, la lactosa, las proteínas del huevo, el cacahuete…).

La industria farmacéutica, solo debe incluir los alérgenos que figuran en un listado de declaración obligatoria.

La lista de excipientes que los fabricantes deben declarar obligatoriamente y los que no están obligados a hacerlo es muy limitada, y va cambiando según las consideraciones de la Agencia del Medicamento Europea (normalmente va en concordancia con el tipo de ingredientes que más se usan en la elaboración de los medicamentos).

Según la última actualización publicada por el Ministerio de Sanidad, de 2018, estos son los alérgenos que deben incluir y los que no tienen porqué mencionarse en el prospecto y ficha técnica son:

Están incluidos los azúcares, como la glucosa, fructosa, galactosa y lactosa (no las proteínas lácteas), el gluten, algunos aceites, como el de cacahuete, de soja y de sésamo; el almidón de arroz, maíz y patata, así como sus derivados; el almidón de trigo, avena, cebada, centeno y sus derivados, que contienen gluten.

No están incluidos el huevo, proteínas lácticas, el pescado y derivados, el marisco, los frutos de cáscara, la soja, los altramuces, el apio y derivados, la mostaza y derivados.

La jefa del servicio de Alergología del Hospital Universitario de Getafe, Beatriz Rodríguez, confirma que no todos los excipientes son de declaración obligatoria, pero puntualiza que hay excepciones. “En el caso de medicamentos inyectables, oftálmicos y tópicos, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios establece que se deben declarar todos los excipientes (no solo los de declaración obligatoria). Para el resto de fármacos, los excipientes de declaración obligatoria se van actualizando conforme a los avances científicos y técnicos, y de acuerdo con lo que se establezca en la Unión Europea”, asegura la especialista.

Este problema ya es conocido desde hace tiempo en España y fue denunciado por el comité de Alergia a medicamentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, en 2010, cuando identificó aquellos medicamentos que podían ser más peligrosos para las personas alérgicas en un documento elaborado en colaboración con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.

No obstante, el problema no se centra únicamente a los excipientes, pese a que la legislación obliga a los laboratorios a declarar toda la composición del principio activo en el prospecto o la ficha técnica del fármaco, la normativa es un poco tibia, y la información de los alergenos puede pasar desapercibida, si está vagamente indicada al final del prospecto, como les pasó a los padres de Clara.

Un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios del año pasado denunció el caso de la lisozima, que se obtiene mediante una síntesis o extracción de la clara del huevo y que se usa como agente bactericida. El prospecto del fabricante que la comercializaba no mencionaba la posibilidad de una reacción en personas con alergia al huevo, ni tampoco se informaba de que el fármaco provenía de la clara de huevo.

Por tanto, en el momento actual se nos plantea el interrogante de hasta que punto la dispersión en la normativa es peligrosa para los alérgicos, hasta entonces, es fundamental, comentar siempre el historial de alergia previo a una prescripción médica.

Marta Reche.

Servicio de Alergología. Hospital Universitario Infanta Sofía. San Sebastián de los Reyes. Madrid.

Comité de Alergia Infantil de la SEAIC.

Algo muy pequeñito puede suponer la diferencia.

Sabemos desde hace años que estamos colonizados por millones de bacterias y cada vez más, nuestro microbioma personal, va ganando importancia en el desarrollo de las patologías que afectan al ser humano como la alergia.

Según lo publicado en el artículo de la revista Nature Medicine, Healthy infants harbor intestinal bacteria that protect against food allergy, Taylor Feehley, Catherine H. Plunkett, Riyue Bao, Sung Min Choi Hong, Elliot Culleen, Pedro Belda-Ferre, Evelyn Campbell, Rosita Aitoro, Rita Nocerino, Lorella Paparo,  Jorge Andrade, Dionysios A. Antonopoulos, Roberto Berni Canani and Cathryn R. Nagler, Nature Medicine volume 25, pag 448–453; Issue 3, march 2019, las colonias bacterianas que se asientan en el íleon, por ser el lugar de absorción de los nutrientes (y no en el colon como se analiza en otros estudios) tienen un importante papel regulador en la homeostasis de la luz intestinal y en la transcripción genética de las células epiteliales del íleon.

Se ha observado que familias bacterianas como Lachnospiraceae o Anaerostipes caccae, dentro de la clase Clostridia, son más frecuentes en las heces de niños con tolerancia a proteínas de leche de vaca (PLV) y escasas en las muestras de niños alérgicos a PLV. De hecho, los ratones que estaban monocolonizados por Anaerostipes caccae, estaban protegidos frente a la anafilaxia por PLV. Normalmente estas bacterias degradan oligosacáridos de leche humana y lactosa durante los primeros meses de vida, y favorecen la transición de la flora intestinal del niño al adulto, consistente en FirmicutesBacteroidetes. Además actúan sobre los Linfocitos T-reg de la mucosa intestinal y producen metabolitos inmunomoduladores.

Si bien los autores no insinúan que sea la única causa de estado alérgico/tolerancia a alimentos, sí consideran que las estrategias de modulación de la microbiota intestinal pueden ayudar a prevenir o tratar este tipo de enfermedad.

 

Silvia Veza Perdomo

Servicio de Alergología. Hospital Universitario de Getafe, Madrid. Comité de Alergia Infantil de la SEAIC.

Alergias alimentarias en los centros educativos.

Por desgracia, el pasado 28 de marzo de 2019 se publicaba en el periódico (Articulo completo aquí) “ la alergia de mi hijo puede matarle y en el colegio hacen la fiesta del huevo”, una madre de un colegio de Badajoz denunciaba un proyecto piloto “proyecto pollito “, que se realizó en la clase de primero infantil, con el fin de estudiar el huevo y realizar actividades sobre el mismo, conociendo que en esa clase uno de los niños presentaba alergia al huevo, en este proyecto se pedía a los padres que llevaran a clase huevos de distintos tipos. La madre comenta que desde el inicio de su escolarización había presentado un informe del especialista en el que costaba la alergia que padecía y el mecanismo de actuación en el caso de anafilaxia y que todo el colegio,  era conocedor de su patología. A pesar de ello, y de la denuncia de la madre, el proyecto se llevó a cabo, pues según la directora del centro se aseguró que se siguió el protocolo de forma estricta y se garantizó la seguridad del paciente, al parecer el referente de salud les comunicó que “el paciente tenía alergia a la clara del huevo y siempre que estuviese abierto…” En el informe del especialista claramente figuraba: que la exposición a huevo crudo, frito, o cocido le podía provocar anafilaxia, y que esa reacción se podía producir por ingestión, inhalación o contacto.

Con este artículo quiero remarcar la desinformación en la actualidad en lo que se refiere a alergias alimentarias en los centros educativos. Los referentes en salud, son enfermeros del Equipo de Atención Primaria de la zona de salud a la que pertenece el centro educativo, designado por el coordinador  y con experiencia en la aplicación de protocolos, en este caso del ”Protocolo de actuación ante urgencias sanitarias en los centros educativos de Extremadura” realizado en el 2016, por docentes, médicos de primaria, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, pedagogos y pediatras de atención primaria. En este manual se dedican dos capítulos a la alergia: reacción anafiláctica y asma, que ocupan 8 folios, en las que únicamente se explica la actuación y tratamiento en el caso de sufrir una crisis, que por supuesto es absolutamente necesario conocer; pero para nada se habla de alergia a alimentos, ni medidas de evitación, en las que el personal docente, referente educativo y referente en salud debería estar formado por Alergólogos.   Además entre los objetivos de dicho manual figura:  “ favorecer la inclusión educativa de todo  el alumnado, teniendo en cuenta las enfermedades más frecuentes con el fin de prevenir situaciones de riesgo “, que claramente no se ha cumplido en esta ocasión.

Dra. Mª Isabel Alvarado Izquierdo

Alergóloga Complejo Hospitalario Universitario de Cáceres

Presidenta de la SAICEX

Comité de Alergia Infantil SEAIC.

 

¿Son efectivos los programas de manejo de asma en la escuela en niños y adolescentes ?

Según ha demostrado una investigación de la University College London ( Reino Unido), los niños con asma en edad escolar que reciben educación sobre cómo controlar la enfermedad tienen menos ataques, visitas a urgencias y hospitalizaciones que aquellos que no reciben esta formación.

Kneale D, Harris K, McDonald VM, Thomas J, Grigg J. Effectiveness of school-based self-management interventions for asthma among children and adolescents: findings from a Cochrane systematic review and meta-analysis. Thorax. 2019 Jan 27. pii: thoraxjnl-2018-211909. doi: 10.1136/thoraxjnl-2018-211909.

En este artículo, se analizan los datos de 33 estudios que evaluaron la eficacia de los programas de manejo del asma en la escuela, para evitar síntomas graves que pueden afectar al rendimiento escolar y a la salud. Todos estos estudios incluyeron niños con asma de 5 a 18 años que participaron en su propio entorno escolar, y asignaron al azar a un grupo de niños para que recibiera educación sobre el asma, mientras que otro grupo no la recibió.

Los programas escolares de educación fueron efectivos en reducir la frecuencia de visitas a urgencias y moderadamente efectivos en la reducción de las hospitalizaciones .

Un meta-análisis de tres de los estudios incluidos sugiere que las intervenciones de autocontrol podrían reducir el número de días de actividad restringida.

Sin embargo, el estudio no encontró conexión entre los programas de educación de asma en la escuela y el absentismo escolar.

El autor principal, Dylan Kneale asegura que “para los niños que no pueden acceder fácilmente a un médico, las escuelas pueden ser una ruta particularmente efectiva para impartir la educación en autogestionar la enfermedad”.

Los autores del artículo concluyen que “las intervenciones de autocontrol para los niños con asma administradas en las escuelas reducen el número de episodios agudos y las visitas a urgencias. El entorno escolar es un espacio importante para realizar intervenciones que mejoren la salud de los niños”.

Patricia Prieto Montaño. Servicio de Alergología. Complejo Hospitalario Universitario Albacete. Comité de Alergia Infantil SEAIC

Eficacia y seguridad de la provocación oral durante 5 días para la evaluación de la alergia a la amoxicilina no grave en niños

La alergia a antibióticos betalactámicos es la alergia medicamentosa  más frecuente, entre las cuales las aminopenicilinas son causa de erupciones tardías en los niños, particularmente en el contexto de las infecciones virales.

Una proporción significativa de individuos continúa evitando los antibióticos betalactámicos por temor a una reacción alérgica a pesar de tener un estudio negativo frente a ellos.

Efficacy and Safety of 5-Day Challenge for the Evaluation of Nonsevere Amoxicillin Allergy in Children. Labrosse R, Paradis L, Lacombe J, Samaan K, Graham F, Paradis J, Bégin P, Des Roches A.

En este estudio, se comparó la seguridad y la eficacia de la prueba de exposición oral con amoxicilina durante 5 días respecto a la administración de una dosis única de este antibiótico durante la prueba. Asimismo se evaluó la proporción de pacientes que a posteriori utilizaron la amoxicilina una vez confirmada su tolerancia

En el estudio se reclutaron prospectivamente pacientes pediátricos menores de 18 años con historia previa de reacción en el contexto de la administración de amoxicilina. Todos los pacientes siguieron una prueba de exposición frente a este antibiótico, y aquellos con respuesta negativa se sometieron a una prueba oral ambulatoria de 5 días para descartar reacciones no inmediatas. Los pacientes fueron llamados 2 años después de su evaluación inicial para evaluar el uso posterior de amoxicilina y su tolerancia.

Los resultados fueron los siguientes: de los ciento treinta niños con antecedentes de alergia a amoxicilina todos se sometieron a una prueba de exposición oral frente a amoxicilina. 3 pacientes tuvieron una prueba inmediata positiva,  otros 3 una prueba positiva no inmediata y en 2 pacientes los resultados fueron ambiguos. De los 122 pacientes con una prueba de exposición negativa, 114 (93,4%)  fueron valorados vía telefónica 2 años después de su evaluación inicial: 75 niños habían usado antibióticos con posterioridad, de los cuales solo 1 (1,3%) se había negado a reutilizar amoxicilina por temor a una reacción alérgica . Finalmente, la prueba de exposición oral de 5 días dio como resultado en la prevención futura de la evitación de betalactámicos un 25,4% en comparación con la prueba oral clásica de dosis única (1,3%) realizada durante 1 día en una cohorte histórica p <0,0001).

La provocación oral durante 5 días es una forma segura y efectiva de descartar la alergia a la amoxicilina no inmediata, y garantiza un mejor cumplimiento del uso futuro de la penicilina.

Sara Martínez Molina. Comité de Alergia Infantil SEAIC.

Tratamiento dietético en la esofagitis eosinofílica

La esofagitis eosinofílica (EEo) es una enfermedad inmunológica crónica, desencadenada predominantemente, aunque no exclusivamente, por antígenos alimentarios. En el momento actual, las pruebas de alergia alimentaria no son capaces de predecir los alimentos responsables de la EEo, especialmente en adultos.

Las dietas elementales (basada en una dieta exclusiva con fórmulas a base de aminoácidos) y las dietas empíricas de 6 grupos de alimentos (6 GA) (exentas de leche, trigo, huevo, soja, frutos secos y pescado/marisco durante 6 semanas) han demostrado de manera consistente la mejor tasa de eficacia (entorno al 90% en el caso de las dietas elementales y del 72% en el caso de las dietas de 6 GA, tanto en niños como en adultos). Sin embargo, el alto nivel restrictivo (que conlleva una mala adherencia a la dieta y un importante impacto económico, social, psicológico y en la calidad de vida) y la necesidad de múltiples endoscopias, han dificultado su implementación en la práctica clínica.

Actualmente, la leche, gluten y huevo son los alimentos causantes más comunes tanto en niños como en adultos de EEUU, España y Australia. Por consiguiente, estrategias basadas en dietas menos restrictivas como la dieta de eliminación de 4 grupos de alimentos (4 GA) (leche, gluten, huevo y leguminosas) o una dieta de 2 grupos de alimentos (2 GA) (leche y gluten) se han venido desarrollando últimamente con buenas tasas de eficacia. En adultos, la tasa de eficacia de las dietas de eliminación de 4 GA es del  54%, siendo la leche, gluten o ambos los responsables en la mitad de los pacientes. En niños, esta dieta alcanza una tasa de remisión mayor (64%), con la leche (85%), el huevo (35%), el trigo (33%) y la soja (19%) como principales responsables de la EEo. Es de destacar que el 55% de los niños respondedores a la dieta de 4 GA tenían la leche como único desencadenante.

Una aproximación dietética escalonada (2-4-6 GA) podría resultar en un reconocimiento temprano de la mayoría de los respondedores a dietas con pocos alimentos responsables, reduciendo el número de endoscopias, los costes y acortando el proceso diagnóstico. En un estudio realizado en 130 pacientes (25 de los cuales eran niños), observaron una tasa de remisión del 43% con la dieta de 2 GA tanto en niños como en adultos. La dieta de 4 y 6 GA presentaba tasas similares a las referidas previamente (60% y 79% respectivamente). Con este protocolo se redujeron los procedimientos endoscópicos en un 20%. Además, el 90% de los pacientes fueron respondedores a una dieta de 2 ó 4 GA, con 1 ó 2 alimentos como causantes de la EEo, evitándose la dieta de 6 GA en la gran mayoría de los pacientes. Estos respondedores a dietas de pocos alimentos son los mejores candidatos a un tratamiento dietético mantenido, ya que dietas más amplias tienen peor adhesión al tratamiento. Los respondedores a la dieta de 6 GA tenían 3 ó más alimentos implicados en la enfermedad, por lo que se observa que a mayor restricción dietética necesaria, mayor el número de grupos de alimentos implicados en la EEo. Quizá estas dietas deberían reservarse para aquellos pacientes que estén muy motivados y que, tras el fracaso de las dietas de 2-4 GA, sigan deseando conocer los alimentos responsables de su enfermedad. Los resultados obtenidos en este estudio definitivamente mejoraría la aceptación del paciente al tratamiento dietético.

En cuanto a la dieta de eliminación de leche en niños, las tasas de remisión publicadas han sido del 65% y 61% en dos estudios, pero ambos presentan errores metodológicos. El primero de ellos incluía pacientes con EEo tras inmunoterapia oral con leche, que son siempre respondedores a una dieta de eliminación de leche. En el segundo, los pacientes recibían, concomitantemente a la dieta de evitación de leche,  fármacos inhibidores de la bomba de protones que obtienen por sí solos una tasa de remisión del 50% en niños y adultos, con lo que desconocemos qué número de pacientes en remisión se debe realmente a la dieta de leche y no al uso de este fármaco.

El tiempo de eliminación del alimento necesario para una remisión histológica es de un mínimo de 6 semanas, aunque se desconoce el tiempo exacto necesario. Ocurre lo mismo con el tiempo de reintroducción del alimento que, aunque desconocido, se estima que también debe ser como mínimo de 6 semanas.

Es necesaria la estandarización de la reintroducción de los alimentos, nuevas pruebas de alergia alimentaria, y estudios que evalúen la dieta de eliminación en niños y las consecuencias a largo plazo de las intervenciones dietéticas.

Molina-Infante J, Lucendo AJ. Dietary therapy for eosinophilic esophagitis. J Allergy Clin Immunol 2018; 142:41-47.

Eva Mª Lasa Luaces. Médico Adjunto de la Unidad de Alergología Infantil (Sº Alergologái). Hospital Universitario Donostia. San Sebastián. Comité de Alergia Infantil SEAIC.

 

El efecto de la leche horneada en la aceleración de la tolerancia a leche no horneada: ensayo clínico randomizado controlado

Recientemente se ha publicado un artículo  que evalúa la posibilidad de que niños con alergia a proteínas de leche de vaca puedan tomar leche horneada.

Esmaeilzadeh H, Alyasin S, et al. The effect of Baked milk on Accelerating Unheated Cow´s Milk Tolerance: A Control Randomized Trial. Pediatr Allergy Immunol. 2018 Jul 20. doi: 10.1111/pai.12958.

Objetivo: valorar el efecto de añadir productos con leche horneada en la dieta de los pacientes con alergia a proteínas de leche de vaca (APLV) en la adquisición de tolerancia frente a este alimento.

Método: ensayo clínico randomizado en 84 pacientes (6 meses-3 años de edad) diagnosticados de APLV tolerantes a leche horneada en forma de muffin comprobada mediante prueba de exposición oral controlada (PEOC). Los participantes fueron divididos de manera randomizada en  grupo de casos y controles ajustados por edad y sexo. A los pacientes del grupo activo se les solicitó consumir leche horneada en forma de muffin durante 6 meses y después consumir queso en forma de pizza durante otros 6 meses. El grupo control fue instruido para evitar estrictamente cualquier producto con contenido en leche durante 1 año. Se realizaron, antes y después del estudio, pruebas intraepidérmicas (PC), determinación de IgE específicas (IgEe) (ImmunoCAP) frente a leche, caseína y betalactoglobulina. Además, aquellos en el grupo activo que toleraron satisfactoriamente los productos horneados durante el estudio y todos aquellos participantes del grupo control, llevaron a cabo una PEOC para evaluar la tolerancia a leche fresca al final del estudio.

Resultados: se observó al final de periodo del estudio de 1 año, que el 88.1% (37/42) de los pacientes del grupo activo y 66.7% (28/42) del grupo control desarrollaron tolerancia a leche fresca (p: 0.018). Los resultados de las PC e IgEe mostraron un descenso significativo en el grupo activo. Los niveles iniciales de IgEe no pudieron predecir la tolerancia a leche fresca en ninguno de los dos grupos.

Conclusión: la introducción de productos horneados en la dieta de los pacientes con APLV puede acelerar la tolerancia a leche fresca en estos pacientes. La IgEe frente a leche, caseína y betalactoglobulina no predicen la tolerancia a leche fresca.

Este estudio muestra que, independientemente de que aquellos pacientes que toleran la leche horneada pudieran ser pacientes con APLV de mejor pronóstico, la ingesta de productos horneados acelera la tolerancia frente a leche fresca.

Eva Mª Lasa Luaces. Médico Adjunto de la Unidad de Alergología Infantil (Sº Alergologái). Hospital Universitario Donostia. San Sebastián. Comité de Alergia Infantil SEAIC.

Cuándo recomendar una dieta de eliminación de alimentos en niños dermatitis atópica

La dermatitis atópica es una enfermedad muy prevalente en niños, calculándose que hasta un 20% de la población infantil podría padecerla. Afecta notablemente a la calidad de vida del paciente y sus familiares por las repercusiones en su vida social y familiar y porque puede afectar a la autoestima del niño.

El carácter recurrente de esta enfermedad y la falta de un tratamiento definitivo han animado a pacientes, familiares y comunidad científica a detectar sus posibles desencadenantes o factores agravantes, tanto ambientales como alimentarios. A lo largo de nuestra experiencia probablemente se nos haya sugerido por parte de algunos padres la posible relación de algún alimento o grupo de alimentos con los brotes que padece su hijo, pudiendo generarnos dudas sobre la necesidad o conveniencia de realizar dietas de exclusión en dichos casos.

Para intentar responder a la pregunta sobre la posible implicación de los alimentos o el beneficio de determinadas dietas en la evolución de la dermatitis atópica, se ha publicado una revisión sistemática de la literatura médica que comprende hasta julio 2016 (Lim et al. The role of elimination diets in atopic dermatitis -a comprehensive review. Pediatric Dermatology 2017; 34:516-527). Los autores han agrupado los estudios según el tipo de dieta utilizada y las características de pacientes (sensibilizados o no sensibilizados a los alimentos). La metodología de los estudios es variable , lo que hace difícil obtener conclusiones claras, siendo la mayoría no controlados con placebo y con resultados contradictorios. Teniendo en cuenta solo aquellos con nivel I de evidencia, sí se detecta una mejoría en la dermatitis atópica en pacientes con alergia confirmada mediante provocación oral doble ciego controlada con placebo, teniendo en cuenta tanto reacciones inmediatas como tardías. No hay datos que apoyen aconsejar dietas de eliminación estrictas de varios alimentos en pacientes con dermatitis atópica no alérgicos a los alimentos.

Teniendo en cuenta estos resultados solo deberían eliminarse los alimentos a los que el paciente se ha confirmado alérgico. La evitación de dichos alimentos no ofrece ninguna duda en el caso de las reacciones inmediatas, pero varios de los estudios de la referida revisión incluyen también las respuestas tardías, y con frecuencia no se especifican los criterios de positividad tenidos en cuenta en las prueba de exposición oral con el alimento. Hay que recordar que, según recomendaciones de la EAACI (Allergy 2007; 62: 723-728) para evaluar el empeoramiento de la dermatitis atópica por un alimento deben realizarse dietas de exclusión con el mismo durante al menos 4-6 semanas y en caso de mejoría, reintroducirlo a continuación para detectar, mediante datos objetivos (SCORAD), el empeoramiento o no de la dermatitis en los días siguientes  a la prueba de exposición.

Por otro lado, la cada vez más amplia experiencia con la inmunoterapia oral con alimentos contradice la idea de que el alimento que provoca una reacción inmediata en el paciente también podría empeorar la dermatitis atópica ya que, entre los efectos adversos de este tipo de inmunoterapia no se describe, al menos como frecuente, el empeoramiento de la dermatitis atópica que padecen con cierta frecuencia estos pacientes .

De todo ello podría concluirse que, en los pacientes con dermatitis atópica, debe valorarse muy cuidadosamente la recomendación de una dieta de exclusión de uno o varios alimentos. No deberá indicarse si solo hay una sensibilización detectada mediante pruebas cutáneas en prick o determinación de IgE específica sino cuando exista una verdadera alergia al alimento, con una respuesta clínica inmediata o tardía que, en este último caso, requerirá de una dieta de exclusión durante varias semanas y la reintroducción del alimento bajo control del especialista, ante la eventualidad de una reacción inmediata por pérdida de tolerancia durante el periodo sin exposición oral al alimento.

Rosa García Rodríguez. Facultativa especialista de área del Hospital General Universitario de Ciudad Real. Comité de Alergia Infantil

Importancia de la vitamina D en el desarrollo de asma en los niños

Recientemente se ha publicado un artículo de revisión sobre los niveles de vitamina D en edades tempranas y su relación con el  asma y las sibilancias.

Early life vitamine D status and asthma and wheeze: a systematic review and meta-analysis. Shen SY, Xiao WQ, Lu JH, Yuan MY, He JR, Xia HM, Qiu X, Cheng KK, Lam KBH. BMC Pulm Med. 2018 Jul 20;18(1):120. doi: 10.1186/s12890-018-0679-4.

 Entre los factores que contribuyen al desarrollo del asma, los niveles de vitamina D han generado un interés creciente por sus supuestas propiedades inmunomoduladoras. El déficit de vitamina D ha sido relacionado con un incremento en el riesgo de infecciones respiratorias y de asma. En este trabajo se realizó una revisión sistemática en diferentes bases de datos hasta julio de 2017, con el objetivo de cuantificar el efecto de los niveles de vitamina D en edades tempranas en el asma y las sibilancias en edades posteriores. Se evaluaron los niveles de vitamina D en sangre (materna, del cordón umbilical o del niño) o en la ingesta (materna durante el embarazo o del niño).

Tras identificar 1485 estudios, se incluyeron 3 ensayos controlados aleatorizados y 33 estudios de cohortes. Los 3 ensayos no mostraron una relación estadísticamente significativa entre el suplemento de vitamina D durante el embarazo y el desarrollo de sibilancias o asma a los 3 años de edad. Los estudios de cohortes sugirieron que no había relación entre los niveles prenatales de vitamina D en sangre o la toma de vitamina D y el desarrollo posterior de asma. Sin embargo, en los estudios de cohortes, había dos trabajos que valoraban el asma en la edad adulta. Al excluir estos dos estudios se observó una relación inversa entre la toma de vitamina D en edades tempranas y el desarrollo de sibilancias o de asma infantil en mayores de 5 años. En los estudios de cohortes también se sugiere un riesgo inferior de sibilancias en relación con la toma materna de vitamina D durante el embarazo.

Sin embargo, dada la heterogeneidad observada entre los diferentes estudios evaluados, los autores de este trabajo son cautelosos en sus conclusiones. Proponen realizar estudios en este campo, diseñados de forma que se minimicen los posibles sesgos detectados en los trabajos analizados.

Mercedes Ramírez Hernández (FEA  Alergología del Complejo Hospitalario Universitario de Cartagena). Comité de Alergia Infantil.

Contaminación ambiental y asma infantil. ¿Estamos perjudicando a nuestros niños?.

El asma es una de las enfermedades crónicas más común en los niños. La contaminación del aire relacionada con el tráfico se ha sugerido en numerosas ocasiones como un factor que puede contribuir a su desarrollo.

Recientemente se ha publicado en Reino Unido (Bradford) un estudio para analizar el impacto que la exposición a los óxidos de nitrógeno tiene en el desarrollo del asma infantil.

Khreis M., de Hoogh K., Nieuwenhuijsen MJ. Full-Chain Health Impact Assessment of Traffic-Related Air Pollution and Childhood Asthma. Environ Int. 2018; 114: 365-375.

Utilizado un modelo de nuevo desarrollo para analizar el impacto que la exposición a los óxidos de nitrógeno (NOx, NO2) —gases que se encuentran entre los contaminantes del aire junto con datos de otros cuatro modelos distintos relativos a tráfico, emisiones, dispersión atmosférica y estudio de impacto en salud en Bradford (Reino Unido) se pudo determinar toda una cadena, desde las fuentes de contaminación del aire hasta las vías por las que esta impacta la salud de los niños. Utilizando la tasa de incidencia del Reino Unido para el asma infantil, las funciones metaanalíticas de respuesta a la exposición y las estimaciones de los modelos de exposición, se calculó el número anual de casos de asma atribuibles a NO2 y NOx en Bradford y el número anual de asma casos específicamente atribuibles al tráfico.

Los resultados del estudio indicaron que hasta en 687 (38%) de todos los casos anuales de asma infantil en Bradford pueden ser atribuibles al aire contaminación y más específicamente hasta 109 casos (6%) y 219 casos (12%) pueden atribuirse a la contaminación del aire relacionada con el tráfico. Éste es el primer estudio que realiza una evaluación de impacto de salud de cadena completa de contaminación relacionada con el tráfico y asma infantil en una población desfavorecida con preocupación pública sobre la misma.

Los casos de asma infantil están aumentado constantemente con los años al igual que han ido en aumento las emisiones de gases contaminantes y el desarrollo industrial y de tráfico urbano. El progreso futuro con el asma infantil requiere un enfoque que no se limite a controlar y tratar la enfermedad y vaya hacia su prevención, entre otras causas reduciendo la contaminación del aire relacionada con el tráfico de las ciudades. Una causa prevenible por parte de todos.

Margarita Tomás Pérez. Médico Adjunto Alergología Hospital General Universitario La Paz. Madrid.  Comité de Alergia Infantil SEAIC.